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A pesar de los intentos de Yolanda por causar problemas entre nosotros,y a pesar de la presión en aumento producida por nuestro crecienteéxito, Selena y yo estábamos más enamorados que nunca

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A pesar de los intentos de Yolanda por causar problemas entre nosotros,
y a pesar de la presión en aumento producida por nuestro creciente
éxito, Selena y yo estábamos más enamorados que nunca. Siempre
hacíamos las cosas juntos, ya fuera que estuviéramos cuidando a los
perros, o en nuestra casa. Yo procuraba, en todo lo que hacía, seguir un
consejo que me dio un amigo antes de que nos casáramos.

—No creo que una relación pueda funcionar si cada uno da sólo el
cincuenta por ciento —me dijo.
—¿Por qué no? —le pregunté intrigado—. Eso me parecería justo.

Él movió su cabeza en señal de negación.
—No, la verdadera forma de pensar en el matrimonio es que tienen
que darse el cien por ciento uno a otro.
Selena y yo siempre nos dábamos el cien por ciento. Nunca llevamos
cuentas, como hacían algunas parejas que conocíamos ni decíamos “Tú
hiciste eso, a mí me toca esto”
, como una especie de balance. Tampoco
teníamos pequeños desacuerdos. Éramos buenos amigos

Por ejemplo, así como Selena siempre había soñado con tener sus
propias boutiques de moda, sabía que mi meta desde que estaba en la
secundaria era convertirme en compositor y productor de mi propia
música. Aunque Selena se mantuvo firme para que me quedara con Los
Dinos para que pudiera salir de gira con ella, hizo lo que estaba a su
alcance por apoyarme en el logro de esta meta.
Para cuando Selena abrió sus boutiques, Abraham había comenzado a
manejar distintas bandas a través de Q Productions. Encontramos una
banda de rock en Corpus que queríamos manejar, Abraham me preguntó
si me gustaría componer algunas canciones para ellos. La idea me
pareció atractiva —si quería tener una banda de rock o inclusive
componer mis propias canciones, no lo habría hecho con estos músicos
en especial. Pero decidí aceptar, porque deseaba ayudar a Abraham y tal
vez podría aprender algo en el proceso.

Un día, el cantante de esa banda vino a trabajar en una canción
compuesta por mí, con letra de Ricky. Selena estaba allí, con uno de los
pañuelos que siempre utilizaba para recogerse el pelo cuando estaba
limpiando y aspirando la casa. Continuó haciendo la limpieza mientras
ese cantante y yo trabajábamos durante horas en nuestra canción en el
estudio de nuestra casa. No tenía la menor idea de que Selena estaba
escuchando con atención mientras yo trataba de enseñarle al otro cómo
interpretar la canción de cierta forma, poniendo énfasis en este o en
aquel sitio de la letra y dando ciertas notas en especial. Pero él no lo
lograba; realmente nunca entendió lo que le quería decir. Por último,
sintiéndome frustrado, le dije que por ese día habíamos terminado.

—Mañana continuaremos desde donde quedamos —le dije.
Apenas lo acompañé hasta la puerta y se fue, Selena llegó a mi lado.

—Bebé, ¿cómo no enloqueciste con ese tipo intentando cantar la
canción una y otra vez? —preguntó.
Yo reí.
—No todos los cantantes son tan buenos como tú —le dije—. Ojalá lo
fueran. Pero tu papá realmente quiere que yo haga esto.
—Yo la puedo cantar —me dijo—. Déjame cantártela.
Creí que bromeaba.
—¿Por qué lo harías?
—Sé qué es lo que quieres —respondió—. Te estuve escuchando todo
el tiempo.
—¿Todo el tiempo? —le pregunté incrédulo.
—Sí, todo el tiempo. Y quiero cantar esa canción. Me gusta lo que
compusiste —dijo—. Por favor, ¿me permites cantarla?
A decir verdad, me sentí incómodo. Aquí estaba la súper estrella
Selena, que, por casualidad, era mi esposa ¡y quería cantar mi demo! Por
otra parte, no podía resistirme a la curiosidad de oír lo que ella podría
hacer con mi canción.

TO SELENA WITH LOVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora