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Más o menos en la época en que compré mi motocicleta, Selena y yoteníamos dos autos

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Más o menos en la época en que compré mi motocicleta, Selena y yo
teníamos dos autos. Cuando robaron el BMW M3 gris oscuro de Selena,
tomó el dinero del seguro y lo reemplazó con un Porsche 968 negro. Yo
ya les había dado mi auto a unos parientes que lo necesitaban y
habíamos estado compartiendo el BMW. Dado que permanecíamos de
gira tanto tiempo, no resultaba muy difícil compartir un auto. Sin
embargo, un día, un amigo dueño de la misma concesionaria donde
Selena había comprado su Porsche negro nos convenció de ir a ver los
carros que tenía.

-Quiero comprar algo de segunda mano, no nuevo -le dije a Selena
mientras íbamos hacia la concesionaria-. No veo la necesidad de
comprar un carro nuevo que se va a devaluar en el momento en el que lo
saque de allí. Consigamos un auto de unos dos años.
Selena aceptó. Por más dinero que hubiera ganado en su vida, siempre
recordaba su humilde inicio. Aún me sorprendía con sus historias de
cómo habían crecido ella, su hermano y sus hermanas; por ejemplo, me
contó que su familia nunca había tenido mucho dinero para comprar
juguetes, por lo que de niños jugaban principalmente con los enseres
domésticos.

-Me fascinaba jugar con las sábanas recién lavadas -me dijo en una
oportunidad-. Me gustaba hacer hamacas con las sábanas cuando
colgaban de las cuerdas y acostarme allí como si se tratara de crisálidas.
En el momento en que entramos al estacionamiento de la
concesionaria de nuestro amigo, vi un Porsche rojo. Era un Targa 911
con cola de ballena, el auto que se encuentra ahora en el museo de
Selena. Sin embargo, no le dije nada a Selena porque me preguntaba si
un carro rojo, tan notorio, era realmente mi estilo. Estaba muy seguro de
que no era así.

Vimos algunos BMW y Porsche. Por último, nuestro amigo nos llevó
hacia el auto rojo. Selena dijo de inmediato:
-Bebé, tienes que comprarme este.
Me hice el desentendido, mientras leía la hoja de información de la
concesionaria en relación con el auto, a pesar de saber que una vez más,
mi esposa ya estaba decidida y que sería difícil hacerla cambiar de idea.
El auto era modelo 1987, semiconvertible. La capota semirremovible
fue la razón principal por la que lo compré -eso, y el hecho de que supe
de inmediato cuánto le gustaba ese auto a Selena.
-¿Sabes qué? -le dije-. Vamos a llenar los papeles.
Compramos el auto de inmediato y condujimos nuestros dos Porsche
a la casa por la carretera, Selena en el negro y yo en el rojo.
Después de eso, Selena solía repetirme cuánto le gustaba mi nuevo
auto.

-Tu auto se ve fantástico -decía, con un leve tono de ensoñación-.
Tal vez yo debería cambiar mi Porsche por uno nuevo -agregaba de
vez en cuando.
-No, no, quédate con ese carro -le decía-. No vale la pena
cambiarlo ahora. Lo acabas de comprar.
Me encantaba el Porsche rojo, pero, naturalmente, Selena lo conducía
ocasionalmente. Podía ver lo bien que se veía conduciéndolo. Volvía a
casa después de haber conducido el auto por la ciudad, con su pelo
desordenado por el viento, y decía: "Oye, me encanta tu auto".
Por último un día le dije:
-¿Qué es lo que tanto te gusta del auto?

TO SELENA WITH LOVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora