Flores

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Exacto, no estaba soñando, aquella persona había respondido a las flores que le había llevado

Tomó el canasto vacío con cuidado, salió sigilosamente de la finca por la cerca y se encaminó a recoger más.

No se esperaba que aquel humano respondiera a la decoración floral que había dejado en su habitación, así que como respuesta a la respuesta decidió volver a buscar más, en el fondo se alegraba, pues creía que le subía en algo el ánimo, sin saber que el mismo pilar no sabía quién había enviado las flores que estaban sujetas a las ramas que estaban cerca de su ventana.

Hace unas noches había encontrado un par de flores blancas, hermosamente revestidas con pétalos dorados, por lo que quería tomarlas para dárselas al contrario.

Estaba a punto de trepar un árbol, dejó su canasto en el suelo, todavía con algunas de las flores de respuesta de esa noche y empezó a escalar.

Rápidamente su vista conectó con el brillo que presentaba aquella misteriosa floración que deseaba obtener, pero mientras trepaba, dio un paso en falso a una rama muy delgada, provocando que esta se rompa. Trató de sostenerse sin éxito y finalmente cayó al suelo de cabeza, por lo que quedó inconsciente, pues aún siendo un demonio, no había desarrollado la fuerza ni la resistencia suficiente que caracterizaba a su especie por falta de experiencia.

Sus cuernos fueron minimizándose lentamente hasta desaparecer y su máscara quedó colgante en una de las ramas..

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Como siempre, Muichiro estaba caminando bajo la luz de la luna, quien esa noche se encontraba vigilándolo con una sonrisa, como si supiera lo que iría a pasar. Esta vez decidió ir sin alguna luz-- bueno, mejor dicho, se le olvidó traer una. Aún así, ya se había acostumbrado y veía casi todo el lugar a la perfección, aunque claramente sin distinguir los tonos del ambiente, aunque la noche quiso hacer un espectáculo iluminando el lugar, no era suficiente, el bosque mismo hacía que todo se percibiera en variedad de tonos azules, grises y otros colores oscuros que representaban el tiempo del día en que se encontraba.

En medio del camino, encontró a un joven totalmente incosciente al parecer, se acercó, verificando sus signos vitales, tomó la cesta que estaba a su lado, sosteniéndola momentáneamente del mango de su katana para luego cargarlo como saco de papas y retirarse del lugar. Él sabía que tenía que continuar su búsqueda, pero no podía dejar a una persona tirada en medio del bosque y esperar a que alguien más se la llevara, quiera o no, debía ayudarlo.

Su mente solo pensaba en la caída lenta y silenciosa de las hojas ante el sonido de sus pasos, la persona a la que cargaba parecía que no pesaba, como si no hubiera comido bien o algo por el estilo, era demasiado raro para la edad que aparentaba, ¿Tal vez 12 años?. No lo sabía, solo quería llegar lo más pronto posible a la finca para dejarlo al cuidado de Kiotsu y continuar con su búsqueda.

Tocó la puerta, acción que tuvo respuesta unos minutos más tarde por Kiotsu, quien rápidamente se empezó a preguntar sobre quién era que cargaba en la espalda

-Tokito, sé que a veces vienes con tus ramitas y flores raras, pero ¡¡¿¿POR QUÉ RAZÓN TIENES A UNA PERSONA EN TU HOMBRO??!!.- preguntó algo enojada y confundida a la vez, señalando al joven que portaba el pilar.

-Estaba inconsciente, así que no tuve más remedio que traerlo, ¿Podrías encargarte de él?, regresaré tan pronto me digas su estado.- contestó con algo de indiferencia, atravesando la puerta de entrada mientras se dirigía a la caseta principal.

-NO, ESPERA, TODAVÍA NO ENTRES.

Un niño, algo pequeño a él abrió la puerta que estaba en frente suyo..

Esa vestimenta familiar, inundada de un color negro intenso y plagada de la simbología de la niebla estaba presente en la persona ante sus ojos, de los cuales era inconfundible ese color azulado

El menor de los ojimenta, se acercó corriendo a él, para luego abrazarlo fuertemente, hundiendo su cara en el uniforme del en ese momento mayor

Muichiro quería corresponderlo, después de todo, era su hermano, de quien pensaba que estaba muerto ya hace varios años, poco a poco sintió que perdía fuerza, teniendo que bajar al joven que tenia en su hombro, dejando su parte inferior en el suelo y fijándose en su cabello revuelto, siendo este el producto de haberlo cargado de una manera tan brusca, por lo que lentamente fue acomodando el cabello el su cara, descubriendo las características mejillas rosadas del herrero que había perdido hace tanto tiempo

No pudo más..

Rompió en llanto y sollozos tan pronto se dio cuenta de ello, acercando a ambos jóvenes a sus brazos mientras se caía cada vez más sobre sus rodillas

¿Era acaso una ilusión?

No, el dolor propio de su corazón sanando paulatinamente se lo repitió una y otra vez por cada lágrima que se deslizaba sobre sus claras mejillas.


...

No les voy a mentir, lloré con esto

819 palabras

Fuego y NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora