Todos se reían de mi y la cara me ardía, bajé la cabeza y habría deseado que mi madre entrase y se me llevase a casa.
Andrés me cojió por los hombros otra vez y me llevó hasta la mesa mientras Alex sacaba un metro de sastre para medirme.
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Mientras Alex me media los brazos, cintura etc y apuntaba, yo no paraba de pedirles que me dejaran ponerme mi ropa de nuevo. Entonces llegó el momento de medirme el pecho. Alex dejó el metro a un lado me puso las manos sobre los pechos, con delicadeza primero. Al sentir esto, yo intenté alejarme, pero entonces sus manos empezaron a agarrar más fuerte y mis tetas empezaron a dolerme.
Yo intentaba empujarle pero entonces Alex se reclinó un poco contra mi, de forma que mi trasero se juntó contra el.
-Por favor... Alex déjame, por favor... Yo... No quiero el trabajo, ¡no lo quiero!
Logré escabullirme y empecé a correr hacia la puerta cuando noté a alguien cojerme del pelo y empujarme hacia sus brazos. Andrés me cogió en volandas y me llevó hasta el sofa, donde me dejó caer en los brazos de otro hombre que se presentó como Jules. Este tenía una sonrisa amable, pero con un movimiento fuerte me sentó sobre sus piernas y me rodeó con un brazo para que no me pudiera levantar.
-Now, now...-dijo con acento británico- ¿porque has echo eso, honey?
Con lágrimas en los ojos expliqué que me quería ir a mí casa y que Álex me había echo daño en los pechos.
Mientras Andrés servía más bebida, Jules me miró con algo de lástima en sus ojos oscuros y subió una mano de mi rodilla a mi teta, y empezó a acariciarla y a jugar con el pezón.
-See? Idiotas, las tetitas jóvenes han de ser tratadas con cariño...- comenzó a apretar sus dedos en mi pezón hasta hacerme gritar- Y ahora dime honey, ¿porque no quieres el trabajo?
Mientras seguía apretando mi teta empezó a pasarme la lengua por el cuello, y con la otra mano me acariciaba las piernas.
-Mira, toma un trago de esto- el cuarto hombre, quién más tarde se presentó como Marco, tenía acento italiano y era el que parecía más amenazador de todos, con sus más de dos metros de altura y brazos más grandes que mis jóvenes piernas. Me acerco un vaso con un líquido transparente, y cuando me negué a beberlo, Jules me pegó una bofetada y me obligó a acercarme el vaso a la boca.
El sabor fuerte del tequila me quemo la garganta y me dió ganas de vomitar, y al acabarlo me lo rellenaron tres veces más.
Mientras tanto, Jules me movió para que me sentara con mis piernas abiertas sobre sus rodillas y los cuatro hombres me habían empezado a pasar las manos por las piernas y las tetas, mientras Alex me besaba la boca, empujando su lengua en mi boca.
El mareo desapareció por unos segundos cuando noté unos dientes sobre mis pechos y empecé a empujarlo e intentar correr hacia la puerta. Empecé a gritar llamando a mi madre y suplicando su ayuda.
Andrés me dió un puñetazo en el estómago que me hizo doblarme hacia delante. No podía respirar y todo se nubló a mi alrededor.
Cuando volví a respirar con normalidad, Andrés me miró.
-¿Quieres o no quieres ayudar a tus padres con el dinero del desfile?
-Si, pero... Pero me hacéis daño, esto no está bien...
-Callate, si no quieres otro puñetazo, y se amable con nosotros, ¡te estamos dando trabajo estúpida!
Bajé la cabeza y dejé que me siguieran tocando mientras en mi cabeza intentaba centrarme en una oración.