Diez

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Finneas Ellis

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Finneas Ellis...

El día entero lo había pasado tomando y tomando fotos de cualquier actividad que se les ocurriera a los docentes. Ellos querían que el periódico escolar tuviera una recopilación de los eventos que hacían algunos clubes para animar a más estudiantes a inscribirse el próximo periodo escolar.

Al terminar, junto a un grupo de compañeros estudiamos unas tres horas (realmente fueron dos de ocio y una de arduo estudio). Y al llegar a casa sólo tuve tiempo de comer algo e ir al trabajo.
Ésta vez no me permitieron horas extras, así que a las ocho de la noche ya estaba en casa nuevamente. No tuve ni oportunidad de reorganizar estantes.

Al no estar lo suficientemente cansado tomé el cuaderno y la calculadora para ponerme a estudiar. Analicé e hice ejercicios hasta que los números se cruzaban delante de mis ojos. Dejé todo sobre la mesita frente al largo sofá y saqué de detrás suyo mi almohada y una sábana para dormir.

En mis sueños no había absolutamente nada. Era un sueño profundo que me dejaba en el limbo negro del descanso que me hacía ajeno al mundo fuera de mi mente. Hasta que el constante sonido del celular sumado a su retumbar sobre la mesa de madera me despertó.

-¿Si? -pregunto sin siquiera ver de quien se trata.

-¡Finneas, hasta que respondes! -la voz al otro lado de la linea es idéntica a la de Weslie, sólo que menos alegre.

-Willow, es...-alejo el celular de mi oreja para ver la hora- casi media noche.

-¡Lo sé, lo siento! Pero es que te necesito -podría bufar, o incluso reír a carcajadas. ¿Willow Taylor necesitando a alguien? Por favor... -No puedo llamar a mis padres ahora. Es más, me escondo de ellos en éste preciso instante...

Preguntarle qué ha hecho o la razón de su llamada es algo que me hará perder tiempo, y si es tan serio como se escucha será mejor que sólo pregunte:

-¿Dónde estás?

Y es así como faltando cuarenta minutos para la media noche salgo de casa y tomo un taxi hasta el hospital.

No sé qué rayos ha pasado, no sé si Weslie está con ella o si es quien ha resultado herida. ¿El hospital? Por supuesto que se esconde de sus padres, ellos están allí.
La incertidumbre me inquieta haciendo que mi pie golpee constantemente el suelo del auto, hasta que llego al hospital y puedo desplazarme por él en busca de Willow.
Tengo que preguntarle a una enfermera por Willow y me dice que no está registrada en habitación; le menciono a Weslie Taylor y me envía a la 208.

Es mi turno de llamar a Willow y lo hago mientras subo en el elevador y recorro el pasillo de habitaciones. Ella no contesta, pero de lejos la veo observar su teléfono, sentada en una de esas heladas sillas metálicas con agujeros pequeños, frente a una habitación.

-¡Low! -la llamo antes de trotar hacia ella.

La morena se pone de pie para recibirme, y soy sorprendido por un abrazo suyo que correspondo de inmediato.

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora