Cuatro

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Weslie estaba muy emocionada con el interés que compartía con Alice respecto a los libros románticos

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Weslie estaba muy emocionada con el interés que compartía con Alice respecto a los libros románticos.

No paraba de hablar sobre el tema; qué libro le prestaría, qué opinaba de él y cuál sería el siguiente libro que recomendaría. Alice resultaba ser una lectora hábil, que devoraba libros incluso más rápido que mi hermana y sacaba buenos análisis de ellos. Y Weslie estaba demasiado feliz por eso, lo que me era contagioso y también me hacía feliz por ella.
El único inconforme era Finneas, que había sido reemplazado por Alice. Pero ella también es una chica y Wess podía darle detalles que le avergonzaba compartir con él.

—Porque yo no me emociono cuando los protagonistas se toman de las manos en el capítulo quince, ¿verdad? —dijo mientras golpeaba con fuerza la pelota de tenis con la raqueta. Aunque casi se estrella contra mi cabeza, logré devolversela. —Seguro es porque con el trabajo ya no tengo tiempo para leer —Otra pelota devuelta con fuerza.

—Si tanto te molesta... quizá deba empezar a... a leer libros y hablarte de ellos... —hablo luchando con el oxígeno que me quiere abandonar tras tanto esfuerzo. —Si quieres.

—No es lo mismo —niega con la cabeza y anota un punto.

Seguimos con el juego en el que me niego a perder aunque mi fuerte no sean los deportes.

—Bueno... entonces consigue otros amigos —dirige la pelota hacia mí con un revés y me golpea en el hombro. —¡Finneas!

—No quiero a otros amigos —se salta mi dolor y sigue concentrado en su nube de quejas. —Quiero que mis amigas me valoren.

—No, quieres que Weslie te valore —corrijo y esta vez lo golpeo yo en el pecho. —¿Por qué te afecta ahora si hace mucho te desplazó con Mike? —indago mientras nos golpeamos más de lo que jugamos.

—Porque comentar de los dichosos libros eran una de las pocas cosas que seguíamos haciendo juntos.

Finneas deja que yo anote un punto dejando de jugar. Jadeo con fuerza poniendo mis manos en mis rodillas y tomando aire después. Él está en perfecto estado sin importar la media hora de juego.

—Aún pueden... tocar el piano en casa y... ver las películas que me dan sueño... —trato de recuperar el aliento. Me rindo y me dejo caer sentada en el suelo, abrazando mis rodillas.

—Sí, bueno —se acerca y se sienta a mi lado, dejando la raqueta sobre la mía. —No me vayas a abandonar tú tampoco por los Cullen.

Asiento hasta que el apellido me hace ruido.

—¿Cullen? —pregunto. —¿Quienes son esos?

Finneas me mira tal vez con más curiosidad que yo. A sus ojos pareciera que yo debería saber perfectamente a quienes se refiere, más no lo sé.

—Alice y Edward Cullen, los hermanos de Jasper, tu amigo. Y hay otros dos que también son Cullen en nuestro año, aunque parece que son novios y hermanos; no sé cómo funciona el asunto.

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora