Dieciséis

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El sueño va abandonando mi cuerpo más lento que un caracol mientras acaricio el suave pelaje de uno de mis peluches

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El sueño va abandonando mi cuerpo más lento que un caracol mientras acaricio el suave pelaje de uno de mis peluches. El frío me hace querer seguir durmiendo, pero mi subconsciente me indica que ya he dormido mucho.

Me encanta cómo actúa la mente al despertar, tan tranquila, sin pensamientos enredados o sofocantes, asegurando pacíficamente que todo estará bien... Una maravilla... Una que se disipa como niebla al abrir los ojos.

Lo que creía pelaje sintético resulta ser cabello. Oh, y no cualquier cabello, sino cabello de Jasper, lo que significa que tengo rato (quien sabe cuánto) acariciando inconscientemente su cabello.
Me debato entre si retirar mi mano sutilmente o si dejarla, siendo lo último menos viable. Quien diría que yo, Willow Taylor, me encontraría en semejante situación después de haber juzgado duramente al género opuesto durante lo último qué, ¿cuatro años?. Por si fuera poco, Jasper no se queda atrás con ese angelical rostro que tiene mientras duerme, pues es su brazo el que rodea mi cintura y su mano la que está en mi espalda.

Aparto mis dedos de su cabello y con cuidado despego la mano de su nuca cerrando los ojos como sin con eso lograra ver más allá de lo material. Mi brazo derecho que me servía como almohada es el impulsor de la vuelta que doy para darle la espalda y resolver dos cosas: mi atrevida mano sonámbula y mis ganas de ver al rubio miel minuciosamente. Ahora falta la tercera, que es el brazo ajeno rodeandome.

Podría vivir con ésto”, pienso. “Cuando bailo es normal tener manos ajenas en la cintura, los hombros, manos e incluso piernas. ¿Por qué hacer un drama ahora?”, mi mente parece individualmente más sensata que yo, pero se le escapa algo y es el que no estamos en un baile y ÉL no es una pareja para lo anterior, es mi apuesto y caballeroso compañero de clase.

Me muevo un poco y estoy segura de no avanzar ni un milímetro, más bien me balanceo, y Jasper desliza su brazo lejos de mí. Trato de verlo por encima de mi hombro y soy descubierta por aquellos ojos dorados escondidos detrás de pestañas bonitas.

No, pero es que hoy todo de él me parece "angelical" y "bonito". Es definitivo, ya me perdí a mí misma.

—Despertaste —pronuncia en susurro, uno que remueve mi estómago de una forma para nada desagradable. Es más bien como dice mi hermana «como mariposas», aunque tendría que comer algunas y rogar por que sigan vivas para sabe si se siente así...

Me hecho hacia adelante y después giro para no tenerlo tan cerca frente a frente. Él sonríe y no puedo recordar si sonrió así ayer, porque nuestro encuentro no fué el más tenenovelístico que existe. Fué más como el de un padre sacando de un lugar vicioso a su hija.

—Supongo —respondo igual que él.

—¿Cómo te sientes?

Casi me olvido del malestar de anoche.

—Muy bien —le sonrío también, pero por un rato, pues su sonrisa sigue ahí. —Es algo que suele ocurrirme cuando no descanso. Pero ya estoy bien.

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora