Doce

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Las vacaciones habían acabado, lastimosamente. Aunque fueron breves y no hice demasiadas cosas por acompañar a Weslie en su "invalidez", según ella, me dieron una buena recarga de energía. Además, ¿quién no se siente renovado luego de año nuevo?

En la academia no estamos libres así hayamos presentado el especial navideño hace semanas. Lo contrario...
Ahora quieren que preparemos una nueva presentación para ir a Seattle a mediados de febrero.

Como sea, el volver a la escuela no me molesta esta vez. Digamos que el que Finneas se haya ofrecido como chofer y casi esclavo de mi hermana me entretiene bastante. Oh, y la cara de enojo de Mike es una buena fuente de alegría.

Justo ahora, bajo del auto con cuidado de no meter el pie de lleno a un charco y Finneas rodea el auto para abrir la puerta por Weslie, cargándola además de esa forma estilo nupcial en el que lo ha hecho desde que le pusieron el yeso.
Ayudo llevando la mochila de Wess y sus muletas, siguiéndolos por toda la entrada de la escuela hasta adentrarnos al pasillo más cercano a los salones.

—Gracias, Finn —Wess deja un beso en su mejilla antes de que él la deje con cuidado en una banca.

—«A tus órdenes» —respondo por nuestro amigo, tratando de imitar su voz y añadiéndole una pizca de ilusión. Finneas me da un leve empujón y me río por las expresiones avergonzadas de ambos.

—Me voy. Ya llegó tu cuñado —me dice más bajo. —Wess, llámame si necesitas algo —se atreve a dejar un beso de vuelta en la mejilla de Weslie. La despedida para mí es despeinar mi cabello que en sí ya empezaba a esponjarse.

—¡Finneas!

Incluso lo escucho reír.

Trato de aplacar mi cabello con las manos y Weslie me recuerda:

—Debiste secarte el cabello también.

Pero claro, si ella desde diciembre que lo volvió liso y ahora sólo le saca suaves ondas con sus artefactos de peluquería.

No respondo porque Mike realmente viene hacia nosotras. No, hacia Weslie. Y no es una sorpresa, él últimamente merodea a su alrededor para ayudarla antes de que Finneas u otros chico lo haga. Mi hermanita es una dulzura y con un pie inútil todos quieren ayudarla.
Definitivamente ella extrañará ese yeso cuando se lo quiten y toda la atención que le ha traído.

—¿Cómo están, chicas? —cuando me mira observa a mis espaldas a Finneas, y sonríe de forma más natural al él estar lejos. Lejos de su novia.

Mike saluda con un sonoro beso a Wess y es mi momento de retirarme.

—Bien... —dejo la mochila de ella a su lado sobre la banca y las muletas recostadas de la pared y la banca. —Nos vemos luego.

Bye, Low! —doy media vuelta para irme y sacudo con flojera mi mano, como si valiera de despedida.

Voy camino al baño sin desviarme, sólo saludando o correspondiendo saludos con sonrisas y respuestas bajas. Entro al baño y trato de arreglar mi cabello con agua, incluso con una fina capa de crema de peinar que Wess guarda en mi mochila cada que la saco.

A pesar de estar frente al espejo, debo concentrarme mucho, porque unos finos y pálidos brazos se deslizan por mis hombros y me envuelve en un curioso abrazo.
No me da tiempo de asustarme. Ahora sí me sirve el espejo y veo a Alice Cullen sonreírme.

—¡Hola, Low! —su emoción me saca una sonrisa.

—¡Alice, que sorpresa! —me soy vuelve y ella afloja sus brazos para dejarme estar frente suyo y corresponder el abrazo. —¿Cómo estuvo tu navidad?

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora