Nueve

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El primer periodo de clase estaba por terminar, dejando una larga fila de exámenes

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El primer periodo de clase estaba por terminar, dejando una larga fila de exámenes.
Weslie estaba tranquila, Finneas estudiaba innecesariamente de más, y yo... bueno... no me iba demasiado mal.

Estudiábamos los tres juntos y de vez en cuando se nos unían amigos de Wess. Se formó una dinámica muy bonita en la que quién sabía más sobre un tema lo explicaba a los demás.
Habíamos acordado reunirnos luego de clases en una cafetería nueva que tenía algunas salas pequeñas para estudiar.

—Después de graduarme no quiero saber nada de álgebra ni geometría ni nada que tenga que ver con analítica —les digo terminando de hacer unos gráficos.

Finneas se ríe, pues ya va un ejercicio más adelante; Wess palmea mi espalda con cariño, más no dice nada porque también va más adelantada.

—Dedícate al baile —sugiere un compañero.

—Seguiré tu sabio consejo —le digo.

No es una mala idea, en absoluto. Podría ir a la universidad y sacar una carrera, pero realmente no destacaría ni sería mi fuerte. Por otro lado, el baile me encanta y con más esfuerzo podría ser mejor.

Me pierdo un rato entre mis pensamientos que me demoran de más en las tareas y cuando vuelvo a presentar atención es por un curioso apellido que ha salido de la boca de alguien...

—Hale, Rosalie Hale —pronuncia una compañera. Nos mira a todos como si no saber de quién habla es un crimen. —Por favor, chicos... ¡La rubia que sale con el fortachón! —un coro de “ahhh” la relaja. —La invité... No. Apenas la saludaba cuando me miró como si fuera un insecto. Me salté su actitud y la invité a nuestras secciones de estudio, ¿y saben qué me dijo? «¿Acaso crees que necesito eso?».

—Quizá no lo necesita —suelta mi hermana.

—¡Okay, pero que no deje la invitación como algo patético! ¡Agh!

—Los nuevos destacan en todo —aporta otro. —Parece que llevan años estudiando o que son todos unos prodigios.

—Aparte de atractivos —añade otra.

—Aparte de atractivos —asiente de forma tonta que me hace sonreír. —No requieren ayuda. Son dioses.

—Odiosos, querrás decir.

Me opondría, pero mi mente trae a Jasper en una nube de recuerdos cortantes e incómodos.

—Conozco a Alice y a Edward —la dulce voz de Wess suena segura, como siempre. —También a Jasper Hale y a Emmett Cullen. No son malas personas, sólo debe costarles adaptarse y al tenerse los unos a los otros no ven necesidad de hablar con nadie más.

Ella deja a todos en el silencio que les hace pensar una segunda vez si es necesario generalizar a cinco chicos sólo por la actitud de uno o dos. Por mi parte, frunzo el ceño y volteo hacia Wess.

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora