Catorce

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Los últimas días habían sido duros, de práctica y más práctica. Ya soñaba hasta con la coreografía cada noche...

Preparaba mi maleta para los días que estaría en Seattle junto a mis compañeros de baile. Empezando el jueves por la tarde, dejando ese primer día para una última práctica en el escenario, presentándonos el viernes y el sábado en la noche, regresando a casa el domingo a primera hora.
Brian me escribía mañana y tarde, enviándome las ubicaciones de los restaurantes a los que quería ir, mientras yo le respondía con un pulgar arriba o un soso genial.

—¡Willow, vamos a arreglarte el cabello! —Weslie entra chillando a la habitación, rompiendo la serenidad del ambiente. —¡Ya harás la maleta luego! ¡Rápido!

Ella me toma de las manos y me arrastra hasta la peinadora junto a la ventana, y me obliga a sentarme. Pone a calentar la plancha y comienza a peinarme aplicando productos que protegerán mi cabello del calor y harán que el cabello liso dure mucho más tiempo. En cinco minutos empieza la ardua tarea de planchar meticulosamente mechones pequeños de mi cabello ya dividido por secciones para garantizar "un lacio impactante", según ella.

Pone música, me cuenta cosas, me interroga, se emociona por el viaje... Y tres horas después termina. Mi cabello es más largo de lo que pensaba.

—En una peluquería me habría quedado pobre por semejante trabajo —informo. —Gracias Wess —me levanto para abrazarla y me corresponde feliz.

—Es un placer ayudarte.

Ya con lo más demorado listo, sigo guardando cosas en la maleta. La habitación es invadida por mis padres y Finneas, quienes se ponen a opinar sobre lo que guardo, y mamá quien es la más experta me hace sacar unas cosas y guardar otras.

—Dejemos a las chicas, Finn. Nos toca la cena a nosotros —papá palmea el hombro de nuestro amigo y él está listo para seguirlo.

—¿Van a cocinar? —pregunto sorprendida.

—Claro que sí, ¿cuándo no? —mamá, Weslie y yo nos reímos a la vez. —¿Bueno y entonces? —pregunta aparentemente ofendido.

—Les deseo mucho éxito —les dice mamá entre risas.

—Vamos, Finn. No te desanimes por la desconfianza —le dice a quien se a unido a las risas.

—Cuando quieran que cocinemos todos los días no vamos a estar. No supieron apreciar nuestro talento —apoya a Will por más risa que le dé.

—Ya van a ver —papá nos señala a todas antes de salir abrazando por los hombros a Finneas.

Desde que se mudó con nosotras papá luce más animado, no miento. Debe sentirse realizado al tener otro hombre en la casa apoyándolo. Y Finneas simplemente tiene sus ojos brillantes de felicidad todos los días, asumo que por tener gente que lo ama y apoya a su lado.
Por más que mis padres le han dicho que no necesita trabajar él sigue haciéndolo. Mi madre ha llegado a la conclusión de que si eso lo hace sentir útil está bien, no hay que quitarle las ganas de trabajar al hombre. Yo estoy contenta de que viva con nosotras, pues es el hermano mayor que no esperaba tener pero que agradezco; no tengo queja alguna de mi mejor amigo. Y Wess... bueno, está emocionada, aunque dice que cuando Mike se entere tendrá problemas.

Ay, por favor... ¿qué va a hacer la lagartija de Mike? ¿Enojarse y ponerse rojo de la ira? No va a poder tocarle un pelo a Finneas porque él no ha hecho nada. Tampoco reclamarle a mi padre porque si Weslie se entera lo deja enseguida.

La noche transcurre en cena familiar y conversaciones que saltan de un tema a otro, siendo el primero completamente diferente al último y dejándonos la duda de cómo llegamos a hablar de ello.

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora