Dos

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El clima en Forks siempre ha sido impredecible

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El clima en Forks siempre ha sido impredecible. A veces simplemente había una brisa extraña que podía empañar los vidrios, llover aún con el sol tratando de asomarse entre las tantas nubes, o de lleno llover. Y hoy llovía... mucho.

Sonreí observando la lluvia a través de la ventana mientras esperaba ansiosa a que Weslie terminara de alistarse. Cuando estuvo impecable, prácticamente corrí fuera de casa con mi paraguas favorito, el que al ser transparente me deja ver las gotas de lluvia impactar sobre él.

—¿Cómo es posible que te arregles tan rápido? —pregunta abultando sus labios, hábito un tanto infantil.

—Es porque yo no me maquillo, Wess —bufa y sale de la protección del techo de la entrada sabiendo que la seguiré para cubrirla con el paraguas. La acompaño a subirse del lado del piloto y después voy al contrario. Una vez dentro del auto vuelvo a hablar. —¡Oh! No te había dicho que retrasaron el inicio de las clases otra semana.

—¿De verdad? —asiento varias veces. —Entonces estarás otra semana aburrida en casa. Que horrible... —exagera y la codeo.

Mis clases en la academia me mantienen gran parte de la tarde fuera de casa, lo que le deja suficiente espacio a mi hermana para leer tranquila o visitar a sus amigos. Al yo quedarme en casa ella también lo hace, pues por algún motivo no le gusta dejarme sola.

—Sobreviviremos, no te preocupes —bromeo.

Wess enciende el auto y maniobra todas las palancas que no sé si alguna vez logre yo dominar; va en retroceso hasta que se encamina en la vía y avanzamos.

El camino a la escuela es agradable con las gotas rebotando en el techo y la tenue música que coloca Weslie. Aunque no tenemos gustos musicales en común, la canción calmada me hace placentero el viaje mientras juego a perseguir las gotas que resbalan por la ventana con el dedo.
Ésta vez llegamos temprano y sólo conseguimos media docena de carros en el estacionamiento, y más de la mitad de ellos deben pertenecer a profesores. Bajo primero para darle la vuelta al vehículo y recibir con el paraguas a mi hermana en su puerta. Después, caminamos hasta el edificio principal con los brazos enganchados.

Finneas que vive más lejos de la escuela y debe venir en transporte público, es uno de los poquísimos estudiantes que han llegado. Anota y saca cuentas en una libreta aunque no tengamos tareas ni exámenes aún.
Weslie se suelta de mi brazo para ir alegremente a abrazar a nuestro amigo, quien cambia su rostro serio de concentración a uno sonriente. Yo lo saludo con la mano mientras me acerco.

—Madrugaron —nos dice.

—Es que Willow estaba muy fastidiosa con eso de: «la puntualidad es respeto. Hay que llegar temprano...», bla, bla, bla... —me imita y abro mi boca indignada.

—¿Cómo que fastidiosa? —le pregunto dándole un leve empujón. Claro que exagera y con sus botas de tacón se tambalea y Finneas tiene que atraparla antes de que caiga. —Exagerada —acuso primero. —Impuntual —lanzo después.

Inmarcesible | Jasper Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora