Luego de recibir atención médica y los cuidados necesarios Katherine y Shelly decidieron partir juntas. Katherine volvió a ver a Raymond, y dejó que Shelly se quedara con ellos un tiempo. Concedieron algunas entrevistas, más que nada a periódicos sensacionalistas.
Vendieron la noticia como “Testimonio de los horrores del King’s Wisdom. ¿Hospital psiquiátrico o una red de secuestro?”
Su vida había vuelto a ser apacible. Kate alquiló un departamento e invitó a Shelly a vivir con ellos, agradeciendo desde luego, la bondad de la señora Houston. Eliza volvió a su vida laboral y comenzó a dar clases en Harvard otra vez.
Una mañana de 1974, recibió una visita inesperada. Abrió la puerta y se encontró con Elliot. ¡Estaba vivo! Le explicó todo lo sucedido, y como su idea de haberlo asesinado fue sólo una alucinación producto de los años de el estrés extremo. La llevó a una clínica psiquiátrica de nombre Saint Jean, donde le perdieron la pista. Al reportarla como desaparecida, su esposo entró en crisis. Y buscó por todos lados gente que le diera información sobre su paradero.
Fue a ver a Amber a la cárcel, donde se lamentó por no darle las pistas que necesitaba. Pero se despidió diciendo: “Si encuentras a Elizabeth, dile que la quise mucho, aquí me tendrá si quiere que retomemos las lecciones de piano…”
Lo más sorprendente es que había logrado contactar con Owen. Fueron a visitarla en el asilo de Chirstie’s charity.
Apenas se reconocieron. Owen permanecía con su piel obsidiana, un poco arrugada. Su cabello rizado ya mostraba un color más grisáceo. Pero su sonrisa bondadosa seguía ahí, como cada mañana que la acompañaba en su día a día.
Que una parte de su triste pasado siguiera ahí, la conmovió.
-Eliza, mi querida niña, mira como has crecido. Parece que fue ayer cuando te cambiaba los pañales.
-Owen, pensé que jamás te volvería a ver.
-Perdón por no volver por ti, creía que los señores Doyle te darían una mejor vida.
-Ya no importa, lo que sí, es que estás aquí.
Y se abrazaron nuevamente.
-Puedes venir a visitarme cuando quieras.
-Claro que sí, lo tomaré en cuenta.
Y esa tarde, acompañada por Elliot, fueron al cementerio donde Eireen y Thomas reposaban.
Dejó un ramo de flores como las que había plantadas en su jardín de Deermount.
Colocó la foto de sus padres al lado de éstas.
-Mamá, papá estoy bien. Estamos bien, espero que estén descansando. Los amo.
Shelly al final de todo pudo vivir la vida que siempre deseó. Una rodeada de personas que la querían. Elliot, el amor de su vida. Owen, su figura materna. Katherine, su real compañera y testigo de los mismos horrores que ella. Incluso el pequeño Raimy, ya le decía tía Shelly.
No vivió junto a sus padres. Los Doyle no le dieron el amor que necesitaba. No tuvo hijos. Y tampoco llegó a ser la gran científica que cambió el mundo. Pero tenía amor y eso era todo lo que necesitaba.
Se miró al espejo de su habitación. Sus cicatrices empezaban a desvanecerse, como también sus traumas pasados.
Aquella era una buena vida. La vida de la mujer de los ojos verdes.
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La desgracia de los ojos verdes
Mystery / Thriller¿Qué pasaría si despertaras en un cuarto completamente blanco, amarrada a una camisa de fuerza, y sin ningún recuerdo de lo ocurrido antes de eso? Eso le ocurrió a la mujer pelirroja con el código 130643. Al darse cuenta de que está siendo parte de...