2- Elizabeth

2 1 0
                                    

7:00 a.m.

El sol hacía acto de aparición y su luz daba directo a la casona verde musgo de estilo victoriano. Rodeada con un apacible jardín de flores, en donde yacían botones de oro, orquídeas, dalias, y otras exquisitas variedades de plantas.

Un nuevo día comenzaba en Deermount, y la pequeña Eliza despertó debido al cálido resplandor que entraba por la ventana de su habitación. Se incorporó en su cama. Se frotó los ojos con sus manos y bostezó por unos instantes.

Estaba muy emocionada, pues, esa ocasión era especial, su cumpleaños número siete. Y sabía que grandes sorpresas le esperarían.

Era hija única del matrimonio Gallagher, una pareja de científicos irlandeses muy atractivos físicamente, pero sobre todo brillantes. Habían estado trabajando ávidamente en su más reciente investigación, que según ellos revolucionaría la concepción que el ser humano tenía sobre las enfermedades, cuando su descubrimiento saliera a la luz. Darían su conferencia a la comunidad científica al día siguiente del cumpleaños de Eliza, algo que contribuía a la excitación de la pareja.

Volviendo a nuestra pequeña cumpleañera, se levantó de un salto de la cama, al mismo tiempo que entraba la señorita Miller, una de las empleadas domésticas.

-Buenos días señorita Eliza. Espero que haya pasado bien la noche. Está lista para su gran día?

-Sí Lottie, estoy más que lista. ¿Podrías ayudarme a elegir algo para ponerme?

-Por supuesto-Miller se dirigió al armario de Eliza-vamos a ver que te puedes poner-sacó dos atuendos-¿Qué te parece? ¿Te gusta alguno de estos dos?

-Sí, quiero este.

Dijo señalando su vestido preferido, uno de seda blanco.

Eliza se sentó en un banco adjunto a su tocador vanity. Miller tomó dos mechones de su largo cabello, que le llegaba hasta la cadera, y los trenzó, para acto seguido unirlos en una especie de coleta.

Eliza roció un poco de perfume a sí misma, y se miró al espejo. Su deslumbrante cabello resaltaba las facciones de su gélida piel. Se sonrió a si misma.

-Gracias por tu ayuda Lottie. ¿Sabes dónde está Owen?

-Está abajo. Preparando todo para este día.

-Muy bien. La iré a ver.

Eliza bajó con frenesí las escaleras hacia la planta baja.

La casa no era la gran mansión, pero era elegante y a la vez mantenía un poco de austeridad. Estaba cerca del campo, ya que los señores Gallagher a pesar de ser gente de ciudad, también eran muy amantes de la naturaleza.

La pequeña niña recorrió toda la casa en busca de Owen Higgins, que entre varias funciones que desempeñaba, era casi de tiempo completo su cuidadora. Los padres de Eliza no tenían el tiempo disponible para estar con ella debido al ímpetu con el cuál debían hacer su trabajo. Eso la hacía sentir algo triste, pero ese vacío lo llenaba con su querida Owen.

Ella estuvo ahí desde el nacimiento de la chiquilla. Fue la primera persona al servicio de sus padres junto con el viejo Jones, el mayordomo.

Mientras pensaba en todo eso, no se dio cuenta de la presencia de Owen, y chocó con ella. Mujer de 40 años de complexión robusta, de piel obsidiana, cabello corto rizado, labios prominentes y de pestañas largas y enchinadas. Sin duda una afroamericana de rasgos de Afrodita.

-Oh Ellie, perdón no te vi...

-¡Owen!-Le dio un cálido abrazo-¡Cuánto tiempo sin verte!

-La mujer soltó una risita-¿Qué dices? Si nos vimos ayer por la tarde.

La desgracia de los ojos verdes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora