Capítulo 13 - Eric

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—¿Qué tienes en el cuello?

Aura se acerca a la pantalla en nuestra videollamada.

Yo, obviamente, palidezco. Ahora sí voy a morir, pero porque mi esposa me matará.

—¿Qué cosa? —Es todo lo que se me ocurre decir cuando claro que sé a lo que se refiere.

No tengo maquillaje aquí y por supuesto que no le pediría a Amy, ni sé en dónde está o qué pasó con ella.

Ya tenía programada mi videollamada con Aura y los niños, no iba a posponerla por unos arañazos; me puse una bandita y fue todo. No creí que preguntara, se ve bastante insignificante. Pero es Aura, claro que pregunta, y que mi reacción la ha hecho sospechar el doble.

—Tienes una bandita —señala—. ¿Por qué?

—Ah, eso —sonrío, nervioso—. Me corté rasurándome.

—¿Hasta ahí?

—Sí, estaba apresurado y...

—Eres lampiño, Eric.

Trago duro.

En algún tiempo me molestó ser lampiño y no poder tener una barba como la de Henrik; ahora me ayudaría muchísimo tenerla para disimular esos arañazos.

—Tal vez ya soy menos lampiño —titubeo.

¿Eso es posible?

Aura se aleja, cruza los brazos y entrecierra los ojos.

—Quítate la bandita, Eric.

—Aura, sólo es un...

—Hazlo, por favor.

Encuentro miedo en su voz.

—¿Crees que lo hice intencional...?

—No —musita—. No sé...

Niego.

Arranco la bandita.

—Nunca haría algo así, lo juro.

Ella asiente, me cree, pero vuelve a acercarse a la pantalla para ver bien el par de arañazos.

Giro un poco el rostro para que vea mi cuello. Ya no sé qué es peor, que creyera que fue intencional o que note que son arañazos de mujer.

—¿Te arañaste? —pregunta.

No puedo cambiar mi versión, aunque no coincida con las cicatrices.

—Fue rasurándome, me distraje...

Ella vuelve a alejarse y hace un asentimiento que por todas partes indica que no me cree.

—Eric, pero...

—¡Papá! ¡Papá! —grita Rachelle con toda la fuerza de sus pequeños pulmones y en dos segundos Aura casi sale volando hacia un lado porque nuestra hija acaba de empujarla.

—¡Rachelle! ¡Cuidado con tu madre! —reprendo—. ¿Estás bien?

Aura sonríe y asiente.

—¡Perdón, mami! ¿Te lastimé? —inquiere la pequeña y toca el vientre de su mamá. Ellos todavía no saben que se convertirán en hermanos mayores—. ¿Quieres que vaya por abuelita?

—No, cariño, estoy bien. —La tranquiliza Aura y abandona la silla para ayudar a los mellizos a sentarse en su lugar—. Sólo evita empujarme, ¿sí?

—Sí, mami, perdón. —La niña sonríe y me mira—. ¡Hola, papi! ¡¿Cómo estás?!

—Hola, linda, hola, Rik —saludó y contengo los deseos de llorar. Se ven más grandes, es notorio hasta por la videollamada, y siento que estoy perdiendo etapas invaluables que nunca regresarán—. ¿Cómo están? ¿Qué desayunaron?

La melodía de Auric - Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora