Capítulo 20 - Aura

520 92 9
                                    

Es posible ver dónde están los mellizos desde donde estamos. Rachelle no tiene ningún problema para hacer amigos, pero Henrik prefiere jugar solo; no obstante, su hermana lo incluye en sus juegos y lo lleva de la mano a todos lados.

—¿Qué pasó? —inquiere Eric.

Trago duro y enfrento los ojos negros de mi esposo.

—Creo que yo debería preguntar primero.

—Pero...

—Amy te estaba besando.

Eric frunce el entrecejo.

—Todavía no entiendo cómo sabes su nombre, estoy casi seguro de que no te dije.

Estrujo mi vestido por debajo de la mesa. Gustavo me ha dicho que puedo delatarlo, no le importa en lo absoluto que Eric se enoje con él.

Gustavo es muy extraño.

—¿Piensas decirme qué causó el rasguño en tu cuello?

—Ya te dije que...

—Es mentira, lo sé, fue ella.

Él se echa hacia atrás, saca el encendedor de su pantalón y lo coloca sobre la mesa.

Otro flashback. Eric en la cafetería del hospital antes de saber sus sentimientos por mí.

—¿Por qué estás tan segura?

—Sólo lo estoy...

Él suspira hondo.

—¿Te llamaron de la clínica...?

Es tonto, pero quería que existiera otra explicación. Deseé que ese video fuera un montaje y que no hubiera pasado.

—No.

—¿Entonces...?

«Lo siento, Gustavo».

—Gustavo.

Eric no entiende a la primera, pero sólo le toma unos segundos conectar el nombre del DJ con todo lo que ha pasado.

—No puedo creerlo, Aura, pediste que hackeara el servidor de la clínica.

Levanto la barbilla al puro estilo de Mailén.

—Sí.

—¿No confías en mí?

—Oh, vamos, si empezamos con eso terminarás perdiendo.

Él frunce el entrecejo y suelta:

—A veces no eres para nada la Aura que conocí.

Duele, claro que sí.

—Lo sé y estoy orgullosa de eso, Eric. Tampoco estás obligado a soportarme, ¿sabías?

—Claro que lo sé.

—Bien, porque tampoco eres el Eric que conocí.

—Quizá un poco.

—No, no lo eres, hemos cambiado mucho.

Eric me sostiene la mirada. Ya no somos un par de enamorados, sino que hemos regresado a ser el matrimonio con hijos que lleva varios años juntos. No todo es color de rosa.

—La Aura que conocí no habría podido con todo esto —dice, luego de un rato, y sin apartar la mirada—. Creo que a veces sólo quiero ser el típico hombre protector que se siente indispensable para su mujer, pero si fuera así, no estaríamos superando esto porque reconozco que te he dejado la peor parte cuando sólo deberías estar tranquila y feliz en casa; no viajando a otro país para ver a tu esposo en una clínica de rehabilitación.

La melodía de Auric - Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora