¿Qué pasaría si me gusta un poco el hermano mayor de mi amiga?
𝙉𝙤 𝙤𝙣𝙚'𝙨 𝙚𝙫𝙚𝙧 𝙝𝙖𝙙 𝙢𝙚, 𝙣𝙤𝙩 𝙡𝙞𝙠𝙚 𝙮𝙤𝙪
𝙏𝙧𝙪𝙩𝙝, 𝙙𝙖𝙧𝙚, 𝙨𝙥𝙞𝙣 𝙗𝙤𝙩𝙩𝙡𝙚𝙨
𝙔𝙤𝙪 𝙠𝙣𝙤𝙬 𝙝𝙤𝙬 𝙩𝙤 𝙗𝙖𝙡𝙡, 𝙄 𝙠𝙣𝙤𝙬 𝘼𝙧𝙞𝙨𝙩𝙤𝙩𝙡𝙚
Inspirado e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Marc's pov
Tras esto, cerró la puerta del coche y ví como entraba otra vez a su casa. No sé ni como sentirme respecto a esto. Que soy un imbécil está más que claro. Por una parte estoy aliviado de que me haya dado una segunda oportunidad, pero por otra, no puedo dejar de sentir culpa. Ya había bloqueado a Maia, pero de alguna forma u otra va a encontrar la manera de hablarme. Al llegar a casa, subí directamente a mi habitación, me saqué la chaqueta y me acosté para dormir. Pero sabía que no iba a lograrlo. Quiero hacerle entender a Pau que no hay nada con Maia, y realmente, nunca hubo algo. Pero sabía que ella no lo iba a entender, por más que se lo repitiese una y mil veces.
Recordé la primera vez que la vi, cuando en su primer día en el instituto, estaba perdida, y se acercó a mí para preguntarme si sabía donde estaba el baño. Que bonita. Desde ese momento supe que me iba a pillar. Cuando digo que Paulina es la persona más bonita del mundo no estoy de broma. Y cuando la conoces se vuelve aún mas linda. Me encanta todo de ella. La manera en la que sus ojos brillan cuando habla de algo que le gusta, sus expresiones, su perfume, su sentido del humor, sus besos, ella. No puedo parar de pensar en todo lo que pasó con Pau, no solo los mensajes y lo de Maia, si no también los pequeños momentos con ella, que me hacen enamorarme cada día más. Me dormí pensando en Pau, como se volvió costumbre para mí durante estos meses.
Pauli's pov
Me bajé del auto, cerré la puerta y me metí a mi casa, sin hacer ruido para que mis papás no se despierten. Fui a la cocina a tomar un vaso de agua, y después volví a mi cuarto. Me acosté en mi cama y luego de un rato concedí el sueño. A la mañana siguiente me desperté con una sensación de pesadez. No quería ir al instituto, no me sentía bien. Ni físicamente, ni mentalmente. Me dolía mucho la cabeza, pero junté las pocas fuerzas que tengo (lo normal de cada mañana promedio), me cambié y desayuné.
Mientras caminaba al instituto, no pude evitar pensar en todo lo que pasó con Marc. Necesito pensar mucho. Aunque a veces pensar me mata. Al llegar, evidentemente, se notaba el estado en el que me encontraba. No me podía concentrar, y menos sacarme a Marc de la cabeza.
—Pau, tu no estás bien —dice Lamine
—Venga, sabemos que algo te pasa estos días. Sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea —habló Martina
Suspiré y los miré a los dos, y finalmente les conté todo, absolutamente todo lo que pasó. Sintieron pena por mí, y me aconsejaron, a lo cual les agradecí. No sé qué hubiera hecho sin ellos. En el almuerzo, fuimos con Mar y Lamine a la mesa donde estaban rosos. Sabía que Marc estaría ahí, así que intenté mantenerme lejos. Necesitaba pensar sola, en mi espacio.
—Pau, deberías hablar con él. Se le ve preocupado —dijo Lamine en voz baja, observando a Marc desde la distancia.
—No lo sé... Necesito tiempo, no es tan fácil —respondí, sintiendo la tensión crecer en mi pecho
Mientras hablábamos, ví como Marc me miraba desde la otra punta de la mesa. Sentí mi corazón latir más rápido y traté de mantener la calma. Martina me abrazó, dándome el consuelo que necesitaba en ese momento.
—Estás haciendo lo correcto, Pau. Tómate tu tiempo —me susurró al oído.
Marc's pov
Y así transcurrió el resto de la semana. Contacto cero, pero las miradas lo decían todo. Realmente la extraño, pero entiendo que necesita su espacio personal, y como quiero hacer las cosas bien con ella, debo respetarla. Es viernes, estoy en el entrenamiento de futbol, y mis propios pensamientos me han estado consumiendo durante toda la semana. No es algo nuevo, pero esta vez fue peor que nunca. No podía concentrarme en nada más que en Pau y en cómo arreglar las cosas entre nosotros.
Hector y otros compañeros, como Pau Prim, notaron que estaba distraído, así que hablaron.
—Marc, qué pasa, hermano? Estás demasiado, distraído, es por lo de Pau o algo? —habló Hector
—No estoy bien, Hector. Todo lo que ha sucedido con Pau me tiene preocupado. No puedo sacarlo de mi cabeza. —confesé
—Lo siento mucho, Marc. Debe ser realmente difícil para ti. —habló Pau Prim
—Lo es, Pau. Joder, encima os llamáis igual- dije a lo que los tres nos reímos —No puedo evitar pensar en ella todo el tiempo. Extraño su presencia, su risa... todo.
—Lo entiendo, amigo. Pero también necesitas cuidarte a ti mismo —dijo Unai
—No puedes permitir que esta situación te consuma por completo. Ya verás que todo se solucionará —habló Hector
Al otro día, sábado a la mañana, salí a correr, tratando de despejar mi mente. Y mientras tanto escuchar algo de música, que según mis amigos me iba a ayudar a distraerme y a no pensar tanto en ella. Mentira. Si en cada letra la encuentro.
El aire fresco y el ejercicio ayudaron un poco, pero la ansiedad seguía ahí, latente. Decidí que era hora de tomar una acción más directa. Necesitaba hablar con Maia una última vez y dejar todo claro. Así que me dirigí al café donde solíamos encontrarnos, y efectivamente; allí estaba sentada. Me acerqué y me senté frente a ella, sintiendo una mezcla de nervios y resolución.
—Marc, qué sorpresa verte aquí —dijo Maia, sonriendo. Su sonrisa se desvaneció cuando vio la seriedad en mi rostro.
—Maia, tenemos que hablar —dije, sin rodeos. Sabía que tenía que ser claro y directo.
—¿De qué se trata? —preguntó, dejando su teléfono a un lado.
—De nosotros. O, mejor dicho, de lo que nunca fuimos. Necesito que entiendas que no hay nada entre nosotros y que nunca lo habrá. Te bloqueé porque necesito que dejes de contactarme. Estoy en algo con alguien más y quiero que eso funcione. Lo que pasó entre nosotros es pasado, y necesito que respetes eso.
Maia me miró con incredulidad, pero asintió lentamente.
—Entiendo. Solo quería mantener nuestra amistad, pero si eso te causa problemas, lo respetaré —dijo, aunque su tono de voz dejaba ver que no estaba completamente de acuerdo.
—Gracias, Maia. Espero que encuentres a alguien que sea bueno para ti, pero no puedo ser yo —respondí, sintiendo un peso levantarse de mis hombros.
Nos despedimos y comencé a caminar a casa. Ahora que había cortado todo con Maia me sentía mejor. Pero todavía faltaba lo más importante. Pau.