𝟑𝟎. nada es para siempre

1.7K 57 1
                                    

Pauli's pov

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pauli's pov

Esa noche fue distinta. Hablamos toda la noche hasta quedarnos dormidos. Al día siguiente, me desperté antes que Marc. Lo observé dormir, estaba acostado en mi pecho, abrazándome con fuerza. Suspiré y cerré los ojos, intentando disfrutar mis últimos momentos con él. Pero no podía evitar sentirme culpable. La habitación estaba en silencio, excepto por la respiración suave de Marc. Cada vez que lo veía así, tan pacífico, recordaba lo mucho que lo amaba. Los primeros rayos del sol se filtraban por la ventana, iluminando suavemente su rostro. Marc se movió ligeramente, ajustándose a la posición en la que estaba. No quería despertarlo, así que me quedé inmóvil, simplemente observándolo. Finalmente, comenzó a despertar. Abrió los ojos lentamente y me miró, sus labios curvándose en una sonrisa adormilada

—Buenos días, bonita —dijo en un susurro, su voz ronca por el sueño

—Buenos días —respondí

Marc se incorporó ligeramente, apoyándose en un codo mientras me miraba fijamente. Sus ojos, aunque aún llenos de sueño, reflejaban una mezcla de emociones que coincidían con las mías

—Has dormido bien? —preguntó, acariciando suavemente mi mejilla.

—Sí, pero me desperté temprano —contesté, forzando una sonrisa.

Marc asintió, y por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Solo nos miramos, tratando de disfrutar todo lo posible de ese momento juntos. Finalmente, rompió el silencio.

—He estado pensando en lo que decidimos anoche —dijo— Sé que es difícil para ti, y entiendo por qué tienes que hacerlo. Pero no puedo evitar sentirme destrozado

Sentí cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos nuevamente. Tomé su mano y la apreté con fuerza, buscando algún tipo de consuelo

—Marc, te juro que si hubiera otra opción, la tomaría. Pero mis papás me necesitan, y no puedo dejarlos solos en esto —contesté,

Marc cerró los ojos y asintió, como si estuviera tratando de aceptar la realidad. Se inclinó hacia adelante y me besó suavemente.

—Te amo, Pau. Más de lo que puedo expresar. Y siempre estaré aquí para ti, no importa la distancia —dijo, su voz quebrándose al final

—Yo también te amo, Marc. Siempre te voy a amar —contesté, abrazándolo con fuerza.

Nos quedamos así, abrazados, sintiendo la cercanía del otro. El tiempo parecía detenerse, y por un momento, todo el dolor y la tristeza se desvanecieron. Era como si el mundo exterior no existiera, y solo estuviéramos nosotros dos. Finalmente, tuvimos que levantarnos. Tenía que prepararme para el día, para la despedida con mis amigos. Cada paso que daba hacia la puerta de su habitación se sentía como una puñalada en el corazón. Marc me acompañó en silencio.

La tarde comenzó con risas y charlas.
Intentábamos mantener el ambiente alegre, a pesar de la tristeza que se filtraba en cada conversación. Las chicas del voley trajeron una pelota y empezamos a jugar, rememorando esos entrenamientos y partidos que tanto disfrutábamos. Mientras tanto, los chicos del Barça se unieron a nosotros, formando equipos y participando en el juego. Por un momento, todo se sintió normal, como si el tiempo se hubiera detenido y estuviéramos viviendo uno de esos días felices de siempre. Todos intentaban mantener el ambiente animado, como si fuese un día más. Pero se notaba la tristeza en todos. Sobre todo en Martina, Hector, Lamine y Marc. A medida que avanzaba la tarde, Marc se mantuvo a mi lado. No hablamos mucho, pero su presencia era un consuelo constante. Sabíamos que las palabras no podían expresar todo lo que sentíamos, así que nos conformamos con estar juntos,
distrutando del momento tanto como
podíamos. Al caer la noche, hicimos una fogata en el patio, y hablamos de todo. Entre todos, me regalaron un álbum de fotos. No pude contener las lágrimas. Me levanté y los abracé a todos, uno por uno, agradeciéndoles por el hermoso regalo y por todo el amor que me habían dado.

—Gracias chicos. Los voy a extrañar tanto —dije, con la voz quebrada.

La noche continuó con más historias y risas, aunque el tono se volvía más nostálgico. Cuando la fogata se apagó, supimos que era hora de irnos. Nos despedimos con abrazos largos y lágrimas, prometiendo mantenernos en contacto y visitar cuando fuera posible. Mientras me alejaba, mirando a mis amigos por última vez en ese lugar, quería llorar otra vez. Impresionante. Nunca había llorado tanto en toda mi vida. Llegué a mi casa y terminé de preparar las valijas. Charlé un rato con mis papás y les mostré el álbum que me regalaron los chicos. El álbum estaba lleno de recuerdos: fotos de nuestras salidas, entrenamientos, partidos, fiestas, y momentos que habíamos compartido. Cada página estaba decorada con mensajes personales y dibujos.

—Te quieren mucho, Pau —dijo mi mamá, acariciando una de las fotos.

—Sí, ma. Ellos son como mi segunda familia —contesté, intentando mantener la compostura.

—Vamos a extrañarlos, pero estoy segura de que te va a ir bien en Argentina también —agregó mi papá, sonriéndome

Asentí, aunque en el fondo sabía que reemplazar a estos amigos sería imposible. Cada uno de ellos dejó una huella imborrable en mi vida. Después de mostrarles el álbum, subí a mi habitación para darle un último vistazo. No podía creer que mañana me iba. Me senté en la cama y revisé mi celular, tenía mensajes de los chicos, todos deseándome buen viaje y diciendo cosas lindas. Respondí uno por uno, agradeciéndoles por todo.

La noche pasó rápidamente, y antes de darme cuenta, era hora de ir al aeropuerto. Mientras esperábamos el taxi, mi mente volvía una y otra vez a la despedida de la noche anterior. Pensé en Marc, Martina, Lamine, y Hector, y en cómo cada uno de ellos había cambiado mi vida. El taxi llegó, y con un nudo en la garganta, subí al auto con mis papás. Mientras nos dirigíamos al aeropuerto, miraba por la ventana, tratando de grabar cada detalle de la ciudad en mi mente. Sabía que este adiós no era el final, sino el comienzo de una nueva etapa. Sin embargo, no podía evitar sentir el peso de la tristeza por lo que dejaba atrás.

Al llegar al aeropuerto, vi a Martina, Lamine, Hector, y Marc, con expresiones tristes pero tratando de ser fuertes por mí. Los abrazos y las lágrimas se sucedieron, y aunque intenté ser fuerte, sentía que me estaba desmoronando por dentro.

—Estaremos aquí para ti, Pau. Siempre —habló Martina, con la voz quebrada

—No importa la distancia, siempre serás parte de nosotros —agregó Lamine, tratando de mantener una sonrisa pero con los ojos llenos de lágrimas

Hector, normalmente serio, tenía los ojos rojos y húmedos. Me abrazó fuerte y murmuró al oído

—Vas a hacer cosas increíbles, Pau. Te lo prometo.

Y finalmente llegó el turno de despedirme de Marc. Me sentí destrozada. Lo besé y luego lo abracé con todas mis fuerzas, sintiendo su cuerpo temblar contra el mío. Tras esto, Marc me entregó una carta

—Si bien ya sabes todo, no terminé de decirte varias cosas. Leéla en el avión, por favor —habló, nervioso

Mis papás me llamaron, indicándome que era hora de pasar por seguridad.

—Te vamos a extrañar mucho, Pau — dijo Martina, secándose las lágrimas— No olvides escribirnos y mandarnos fotos de todo

—Obvio Mar. Los amo a todos —hablé, por última vez

Con un último adiós, me giré y caminé hacia la zona de embarque, sintiendo cada paso como un peso enorme sobre mis hombros. Pero me llamó Marc.

—Pau —dijo, mordiéndose el labio

Marc me miraba con unos ojos distintos a los de siempre. Ya no eran sus ojos brillantes, encendidos de amor. Era una mirada triste y apagada. Le robé su luz. Inmediatamente corrí a sus brazos, por última vez.

—Te amo Marc —hablé, con una voz quebrada. Había empezado a llorar.

—Yo más. Este no es nuestro final. Que lo sepas, bonita.

FIN.






(Mentira, como dijo Marc, acá no termina. Vayan a leer Red, ya disponible en mi perfil!)

𝑺𝒐 𝑯𝒊𝒈𝒉 𝑺𝒄𝒉𝒐𝒐𝒍 | marc guiu (editando!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora