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—Hoy es la fiesta de mitad de año—dijo melódicamente Kasumi mientras intentaba atar un pequeño cordón que se ubicaba en su espalda—. No puedo...—Antes de terminar de hablar sintió unas manos frías rozar su espalda, que empezaron a atar el cordón que le era imposible a la portante de aquel vestido completamente dorado que llegaba hasta sus rodillas—. ¡Hey!

—¿Puedes dejar tu maldito orgullo por un segundo? —Se alejó de ella al terminar de anudar los hilos dorados—. Ahora si podemos irnos—habló la que llevaba puesto una camisa negra de vestir, junto con un pantalón también negro, que hacia resaltar la corbata roja que le había prestado Guido.

—¡Estoy aquí! —exclamó Arata excitado al abrir las puertas de la escuela.

—Hasta que al fin llegas—habló con sus finos labios la de cabellos celestes, que portaba un vestido azul eléctrico, este llegaba hasta su pantorrilla.

—Lo siento, me quedé hablando con mi madre.

—Te ves muy bien—sonrió Michiko viéndolo de arriba hacia abajo; portaba un traje de color beige y una camisa celeste.

Esa pequeña charla dio inicio a la noche; todos entraron por la puerta del salón y se dispersaron.

Ishi empezó a vaciar los platos de comida.

Kasumi se encontraba sola en la pista de baile siguiendo el ritmo de la música rápida. No parecía ser muy buena bailando, pero daba lo mejor de sí.

Por otro lado, Arata y Michiko danzaban juntos en el centro de la pista, algunas veces rodeaban partes de sus cuerpos con los brazos mientras se miraban fijamente, otras dando pasos enérgicos mientras se reían y hablaban de cosas tan triviales como la comida o lo que habían hecho días atrás. Parecían divertirse más de lo esperado.

En el momento que la pelirroja se sintió satisfecha con la cantidad de comida que se encontraba en su estómago, buscó al castaño para hablar, que ya parecía haber terminado con sus sesiones de baile. Caminó por el espacio repleto de adolescentes danzando, comiendo o hablando. Las luces encandilaban sus ojos; estas eran azules, le daban color a las paredes blancas de la escuela, que se volvían celestes. La fiesta de mitad de año tenia colores fríos que rodeaban a sus alumnos.

—Se siente extraño estar sin Isamu—dijo Ishi.

—Es verdad, pero no puede entrar, aunque quisiera.

—Supongo... ¿Cómo la estás pasando?

—De maravilla. Acabo de terminar el baile con Michiko. —Sonrió.

—A veces pienso que no querías que este su hermano porque eres un aprovechado y prefieres bailar con ella sin sentirte observado.

«Si un aprovechado como Arata hubiera bailado con Johari, Bermont o Luka frente a mí le hubiera cortado la cabeza» pensó al concluir su queja dirigida hacia el castaño.

—¡Claro que no! Solamente bailamos como amigos, ¿no querrías bailar también? Todavía estoy con ánimos. —La morena llegó a planteárselo, no obstante, antes de dar una respuesta, la pelinegra se le acercó avergonzada.

—Quiero que hablemos, Ishi...—dijo con un tono avergonzado. La pelirroja vio cómo su amigo le hizo un gesto extraño incitándola a ir, por lo que se alejó junto a Kasumi lo suficiente como para no ser escuchadas por el castaño—. Perdóname, no debí presionarte para que me cuentes algo que no querías, puede que estabas lista para contar y... yo te estaba presionando. Cómo aquella vez—hablaba intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

—No debes llorar por eso, ya pasó. —Acarició levemente la mejilla de la más baja con la aspereza de su pulgar—. Bailemos.

Ishi no sabía bailar, pero iba a garrando el ritmo, intentando seguir a su contraria, que tampoco era la mejor, pero conocía más sobre aquello.

OTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora