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—¿Te sientes preparada para ir a clases hoy? —preguntó la pelirroja dirigiendo lentamente su mano hacia el rostro de la menor apenas la vio despertar. Repetía la misma frase cada mañana esperando a recibir una afirmación.

Por primera vez en días, Kasumi asintió mientras sentía la áspera y fría mano de su contraria apoyada en su mejilla. La pelinegra pudo atisbar una pequeña y cansada sonrisa de Ishi solamente por unos escasos segundos, ya no le parecía extraño, sin embargo, era imposible acostumbrarse a aquellos gestos, o al menos todavía.

Ambas se dirigieron a elegir el uniforme para el colegio. La morena intentó ponerse la remera totalmente blanca que utilizaba todos los días para ir a la escuela, pero necesitó ayuda de la pelinegra por sus lesiones que con lentitud hacía que la tela pasase por la herida sin doler tanto. Luego de muchos malabares, pudo sola con el pantalón de vestir color gris que le quedaba un poco apretado.

Mientras el grupo de adolescentes caminaban por los pasillos de la escuela "Leysen", el castaño decidió preguntar algo ya esperado para la pelirroja y la pelinegra.

—¿Por qué faltaron por una semana?

Ishi decidió responder primero al ver el rostro de Kasumi.

—Porque una chica que creo está relacionada con la asesina loca mató a su madre—intentó no ser tan directa, pero al final, lo terminó siendo.

Las reacciones de Arata y Michiko fueron de total sorpresa. No esperaban que algo tan grave haya sido la razón por la que no estaban yendo a la escuela.

Por otro lado, se encontraba Kasumi que parecía no reaccionar ni a una verdad tan cruda dicha frente a sus narices. Aunque en verdad mientras ella estaba con la cabeza gacha, sus lágrimas caían en el suelo mojando los pasillos de su escuela.

Arata paró el paso, haciendo que las demás se detengan. En aquel momento que la pelinegra lo miró a los ojos, se dirigió hacia ella y la abrazó con tanta fuerza que parecía que iba a romperse por fuera como lo estaba por dentro.

—Lo siento mucho, Kasumi—susurró en su oído mientras la abrazaba en medio del pasillo, frente a todos, pero nadie sabía por qué, solamente el pequeño grupo de amigos.

«¿Por qué cuando consigo relacionarme con gente termino perdiendo a mi familia? Quiero tenerlo todo, quiero a Arata, Michiko, Isamu, Ishi, mi madre y a mi padre. Pero no puedo ¿Por qué el mundo no me deja tenerlos a todos en mi vida? ¿Por qué cuando siento el calor del abrazo de Arata, dejo de sentir el de mi madre? Me siento acompañada, pero también sola...»

Se alejó del corpulento chico y siguió su camino, abandonando esos pensamientos. En aquel momento no quería hacer más que dejar de pensar en lo que perdió.

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—Días pasaron desde que mi hija falleció o, mejor dicho; ¡fue asesinada por esa escoria! —La mujer de cabellos rosados arrojó violentamente un jarrón de un material extraño al suelo haciendo que cada trozo de este se desparrame por toda la habitación de color blanco.

—Madre, quiero asesinar a la chica—emitió aquellas palabras con un furioso tono de voz el joven encapuchado que estaba a su lado, esperando a la respuesta de la mujer.

—Hijo, siempre tan atento con tu familia. —besó su frente—. Mátala.

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Intentaba olvidarse de lo sucedido, de sus miedos y dudas, pero volvían una y otra vez a su mente.

El talismán empezó a desprender luces sin cesar con fuerzas en el bolsillo de Kasumi.

OTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora