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«Mi madre está muerta, todavía no puedo asimilarlo del todo, pero aquí estoy, al frente de su tumba.

No puedo creer que ni siquiera haya un cementerio en el pueblo. No puedo tener a mi madre cerca de mí ni siquiera para visitarla...» pensaba Kasumi mientras miraba la lápida de su madre bajo la lluvia que caía bajo su cuerpo.

Había miles de familiares lejanos llorando su pérdida. Gente que no conocía, y sabía que no sentían ni un cuarto de lo que las emociones que tenía ella en aquel momento.

Su madre había muerto, y el único que lloraba con el mismo dolor su perdida, era su padre, que en aquel momento la abrazaba con fuerzas mientras lágrimas incesantes caían por sus ojos.

Observó a Ishi, que estaba a unos cinco metros de ella, parecía no quitarle la mirada de encima a la tumba de su madre, sin largar una lágrima.

No pudo verla más. Por alguna razón le daban ganas de vomitar.

Se separó de los brazos de su padre y corrió hacia el baño del lugar. Escupió todo lo que tenía dentro, mientras lágrimas salían de sus ojos y su rostro se volvía cada vez más colorado. Vomitaba y vomitaba hasta quedarse sin nada. Luego se sentó agitada en el suelo.

—Hija, ¿Por qué corriste de mis brazos? —La ayudó a levantarla.

—Comí algo que me hizo mal, papá. —Se impulsó para luego pararse todavía agitada—. Volvamos.

OTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora