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«¿Por qué me abandonas? ¿Cómo sería mi vida sin ti, la chica que me trajo felicidad como nadie lo hizo nunca?» pensaba Kasumi, mientras veía a la corpulenta adolescente dándole la espalda, yéndose por un portal de color morado.

«¡No te vayas! ¡Déjame ser egoísta por una vez!» no podía hablar, ni expresarle sus palabras a la pelirroja que estaba cada vez más lejos, solo podía gritar en sus pensamientos.

-Kasumi, déjala ir, yo estoy aquí contigo-la voz de su madre estaba presente en sus pensamientos, luego sus brazos se hicieron tangibles, la abrazaban tan fuerte que sentía que podía superar cualquier cosa.

«Madre, abrázame toda una vida. No me sueltes, o suéltame para luego agarrarme más fuerte, porque necesito buscar a alguien, y si no lo logro, tendrás que contenerme como no tienes idea. Eres tan preciada para mí, desearía que no te hayas ido» hablaba, pero solo lo hacía en su interior, su madre no la escuchaba, pero si podía sentir sus lágrimas caer.

-¿Qué pasa hija? -preguntó, mirándola a la cara, esperando una respuesta.

«No deberías estar abrazándome, sin embargo, lo haces. Tú estás muerta, e incluso así no te alejas de mí. Pero hay gente madre, gente que todavía no se fue, que quiero, cosa que nunca esperé hacer fuera de casa»

-Pequeña...-se desvaneció con una sonrisa en su rostro, y en aquel momento Kasumi sintió tanto frío como nunca antes.

-El miedo existe, y ahora lo tienes, tienes miedo de perder gente, a esa pelirroja que tanto conozco-una voz joven habló, todo estaba oscuro, no podía ver a nadie.

«¿Quién eres?» preguntó en sus pensamientos.

-Quien hará desaparecer todo lo que te queda. -Largó una carcajada que retumbó en aquel espacio lóbrego.

«¿Por qué... harías eso...?» sus pensamientos no eran claros, su cuerpo temblaba, se estremecía. Si antes sentía miedo, en aquel momento sintió terror. Todo lo que le quedaba desaparecería más rápido de lo que creía, y esa sombra lo sabía; sabía cuáles eran sus miedos, las personas que perdió, las que le faltaba por perder, cómo las perdería...

TODO.

「」

-¡Hija de puta, ven y pégame si te animas!

-¿Sabes que si me animo?

-Muy bien entonces.

Tenía siete años en el momento que golpee a alguien por primera vez; ella era Fernanda, la hija de un profesor y mi compañera de aula. Me había llamado "perra rabiosa", y yo no aguantaba sus insultos...es por esa razón que rompí su nariz. Ese día hubo mucha sangre, enfermeras por todos lados, estuvo presente su padre al que odiaba con la misma intensidad que su mimada hijita, y por desgracia también se encontraba mi hermano ¿Qué hacía allí él? Lo habían llamado luego del suceso. Él con solo catorce años tuvo que hacerse cargo de mí, ya que mi madre nunca estaba sobria. Los adultos de la institución eran los que sabían la realidad de nuestra casa, y es por eso que permitían que mi hermano, aun siendo menor, se haga cargo de mí.

Isamu recibió otra charla de mi mal comportamiento, pero aún más exhaustiva ya que esta vez llegó a daños físicos. Luego tuve que escucharlo a él completamente furioso.

-La violencia está mal, Michiko-no me levantó la voz, pero veía su rostro arrugado y me daba cuenta de que estaba muy, muy, muy enojado.

-Papá lo hacía-dije inocente, creyendo que tenía razón.

-Tú lo dijiste; lo hacía. Mira como terminó, en la cárcel y solo. Nunca vuelvas a tocar a nadie, a no ser que haya dañado a alguien que te importe. -agarró mi hombro, y estrujó mi remera, esperando escucharme.

-Bueno, hermanito. -Bajé la cabeza. Aquella vez fue la primera que golpee a alguien, pero también la última. Luego de ese día, solo pude descargar mi ira en entrenamientos de combate, pero nunca fuera de torneos.

-Te amo, eres lo más valioso que tengo en esta vida. -Rodeó mi cuello con sus flacos brazos, y apoyé mi cabeza en su pecho, sintiendo el calor de un hermano, de la única familia que me importa.

Solo golpearía por ti.

-Deberías golpearme entonces.

«¿De qué hablas? ¿De dónde vienes?... ¿Por qué no puedo emitir palabras?»

-Tranquila, puedo escucharte. -Una risa hizo eco en aquel espacio completamente negro-. Tu hermano no seguirá vivo, ni tú. Soy el todo en tu propia mente, el único que puede escuchar tus pensamientos.

«¿¡Qué hiciste con mi hermano!?» la peli-teñida miró para todos lados, pero no había distinción, nadie ni nada se encontraba allí, solamente ella con esa voz que tanto hablaba y poco hacía.

-Ya lo verás, yo solamente puedo torturarte a ti, mi otra mitad matará a tu hermano. En un tiempo te enterarás. -Carcajadas y más carcajadas se escuchaban en ese lugar.

「」

«Otro trabajo, más dinero» levantó los muebles que eran para una familia que se estaba mudando, los llevó para la casa vacía y los apoyó donde le señalaron. Estaba orgulloso de haber levantado tanto, se sentía fuerte, pero también cansado.

-Gracias chico, eres grande, fuerte, y bueno. -Sonrió el padre mientras alzaba a su hijo en brazos.

«Esto lo hago por mi madre» no podía hablar, solo lo pensó, pero de igual forma sonrió ante las palabras del hombre frente a él.

El hombre se transformó en una sombra; era la silueta de alguien, pero completamente negra.

-Así que, por tu madre, muchacho. -Largó una risa tenebrosa, y luego todo el lugar se volvió oscuro. La sombra ya no se veía.

«¿Qué quieres?» preguntó desconcertado.

-Te quiero a ti, quiero tus miedos, dime, ¿quieres a tu madre?

«Claro que la quiero, la amo» sonrió orgulloso.

-Entonces prepárate para sufrir, valiente muchacho.

«Mi madre está a salvo. Dime, ¿cómo es que llegue aquí?» el castaño hizo su mayor esfuerzo por recordar, y lo logró.

-Chicas, ¿a qué hora estaríamos volviendo al club? Ya compramos todo lo necesario para mejorarlo.

-Ahora grandote, volvamos.

-Ya te dije miles de veces que no me llames grandote, me hace sentir un gorila-se quejó el castaño y la petisa solo rio.

-Todo esto servirá para la decoración del lugar. -Sonrió Kasumi, llevando una bolsa en cada mano.

-Oye grandote, nunca nos dijiste como conseguiste el club, es buen momento para saber-la chica de cabellos celestes revoleaba las bolsas de un lado a otro mientras caminaba.

-Lo compre con el dinero ahorrado, me salió barato porque estaba bastante destrozado. Lo que más quería es tener un club con amigos, pero como no tenía a nadie los tuve que encontrar, y mira a quienes encontré: una chica con poderes, una antisocial, un adulto de veintitrés años que es policía y una chica que parece un minion.

-Qué bonita descripción tienes de todos.

-La verdad que no me esperaba ser llamada antisocial.

-¿Cómo que no si meses atrás querías escaparte de nosotros a toda costa? -dijo risueño.

La conversación no pudo seguir, todo se volvió oscuro para los tres.

OTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora