Kasumi entró a su casa, pensativa. Había muchas cosas que no comprendía; los miedos de la pelirroja, el porqué de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, ni siquiera entendía que es lo que pensaba su padre. Su alrededor estaba seguro de sus decisiones, buscaba soluciones, pero, ¿qué hacía ella?
Muchas veces sentía que no realizaba ninguna acción de importancia, solamente ocasionaba problemas.
«El mundo me hizo creer eso, hasta que llegó ella. ¿Por qué desde ese momento mi vida dio un giro de trescientos sesenta grados? Lo peor es que disfruto de su compañía y de todo lo que me trajo, incluso el peligro. ¿Debería sentirme culpable por pensar esto? ¿Qué debería hacer? Ni siquiera fui a consolarla cuando la vi tirada en el suelo llorando. Soy tan...» el sonido de la puerta abriéndose lentamente interrumpió sus pensamientos.
-Hola hija, ¿dónde está Ishi? Es tarde para que esté afuera sola.
-¿Por qué la tratas bien ahora? Le has dicho cosas horribles el día que mataron a mamá-mostró un rostro desconcertado y frustrado, buscando entender.
-Lo siento por eso, se lo dije; siento haberla tratado de esa manera cuando ella no tiene la culpa de su muerte. El día que tuviste una pesadilla, ella estaba allí, intentando hacer lo posible para que dejes de sufrir, hasta que llegué, y le expliqué la forma de tranquilizarte. En aquel momento, me di cuenta que siempre buscó la manera de mantenerte a salvo, pero no sabe cómo. Yo tampoco lo sé, e incluso así le grité cosas horribles a una joven de dieciséis años que considero parte de mi familia. A la que le dio a mi hija algo que nunca tuvo: relación con el exterior. Debes entender que siempre querré protegerte, pero también quiero que seas feliz, y esa alegría que vi estos últimos meses nunca la has tenido. -Se sentó en la silla del escritorio de Kasumi que se ubicaba en la esquina izquierda de la habitación-. Cuando me di cuenta de esto, y vi sus ojos llenos de dolor, me disculpé de la forma más sincera que pude. La llevé al hospital por sus heridas y luego volvimos.
-¿Entonces está todo bien con ella? -preguntó con una pequeña sonrisa en el rostro.
-Excelente hija. Solo ten cuidado, sé que ella no cayó aquí por casualidad.
-¿Todavía dudas de lo que hará?
-No has entendido, o quizás me he explicado mal. No dudo de ella, sino de lo que atrae su presencia en este pueblo... en esta casa. Ella no es de aquí, por lo que me has contado. Por eso confió en que te protegerá más que nadie, no obstante, también trae los problemas de los que te cuidará. Y eso de cierta forma me aterra.
-Te entiendo, pero sé cuidarme sola. No me pasará nada.
-Eso espero pequeña, eres lo único que me queda.
-... ¿Papá?
-¿Qué sucede?
-¿Cómo es que nadie se enteró de lo que ocurrió aquí?
-Extrañamente la policía no intervino, ni los noticieros. Pero hice lo que pude cuando fui al hospital; cuando me preguntaron qué pasó dije que un camionero había chocado la casa, y que luego se marchó de la ciudad. Dejando a mi mujer muerta y a mi hija herida.
-¿Te creyeron?
-No preguntaron nada más, mi niña.
Las horas pasaban y la adolescente no volvía a casa, eso hacía que la pelinegra se preocupase.
-Ya es madrugada... Ishi...-decía mientras daba vueltas por la habitación.
-¿Me llamaste? -La pelinegra no respondió, solo corrió a abrazarla, como si no se vieran hace años-. ¿Qué sucede? -preguntó mientras acariciaba su cabello y apoyaba las manos en su cintura con delicadeza.
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OTRO MUNDO
FantasiaUna chica pelirroja de dieciséis años cae por un portal hacia el patio de una casa desconocida. Al despertar, se entera de que no está en el mundo al que pertenece. Sin embargo, cuando mira hacia atrás, se da cuenta de que tiene una pequeña familia...