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Kasumi despertó lentamente de su sueño, miró para un lado, luego para el otro y nada.

No había nadie.

-¿Ishi? -se levantó, abriendo la puerta del baño, pero no vio a nadie. Luego intentó salir de la habitación, no obstante, justo la entrada mostró a la pelirroja-¡Ishi!

-Tranquila, solo fui al hospital con tu padre para que me pongan un yeso y unas vendas en el hombro. -Levantó el brazo enyesado para mostrarle, luego el otro, pero el hombro no le permitió darle mucha movilidad, se quejó por el dolor.

-Ten más cuidado. -Frotó sus ojos para dejar el sueño a un lado y, luego procesó las palabras que dijo Ishi-. Espera, ¿con mi padre dices?

-Sí, todo está bien, Kasumi-un silencio hizo parte del ambiente por unos segundos-. En unos días volveremos a la escuela, o sea, cuando te sientas mejor.

-Está bien. -Acarició el brazo derecho de Ishi, posterior a ello subió sus manos por su cuello hasta llegar a su rostro maltratado-. Estás tan herida...-Lo acarició y miró sus ojos verdes por menos de un segundo para luego hacer una mueca de disgusto, instantes después vio sus labios, no despegó la mirada de ahí-. Y aun así te ves tan bien-Atrapó su boca tan ferozmente que la pelirroja no supo cómo reaccionar, solamente le seguía el paso con los ojos abiertos por la inesperada sorpresa, pero luego se separó bruscamente.

-¿Qué te pasa, Kasumi? -preguntó frunciendo el ceño.

-¿Tú puedes besarme y yo no? ¿Quién te crees? -la pelinegra se enfureció y bajó la mirada.

-¡Claro...! Claro que puedes besarme, pero no así...

-¿Puedes besarme por celos y yo no puedo besarte porque quiero tenerte cerca de mí? -en ese momento la expresión de Ishi fue de incredulidad-Si, sé que fue por ese chico del baile.

-Es diferente.

-¿Dónde ves lo distinto?

-Es cierto que te besé por celos, pero tú me estás besando para dejar el dolor atrás y eso no es posible de esta manera. No me gusta. Cuando te calmes hablamos, no estoy de humor y tú tampoco. -La pelirroja salió de la habitación seguido de un golpe con la puerta que dio la sensación de sacudir la casa.

Se sentó en el patio de la casa y empezó a meditar, pero recuerdos vinieron a su mente. Los recuerdos de su pasado en el otro mundo.

-¡Profesor! Mira, aprendí a leer. Aquí dice "Había... una... vez...", ¿verdad? -le sonreí a mi maestro.

-Profesor Hiroshi, gracias por enseñarle a mi hermanita, hace tanto que quería aprender a leer...Es muy curiosa.

-No es nada, Luka. Además, esta niña aprende rápido, solo tiene unos diez años y ya es una profesional-mi profesor acarició mi cabello pelirrojo y luego miró a Luka-. Necesito tu ayuda, hijo.

-Dime.

-Tengo dos niños aquí, en casa; la niña apenas tiene meses de nacida, y el niño es un poco más grande, tiene ocho. Sé que hasta ahora siempre fueron Ishi y tú, pero te lo pido. Estoy muy anciano, no podré cuidarlos mucho tiempo.

-Está bien, pero ¿dónde los encontraste?

-En el bosque, como a ti y esta pequeña de aquí. No entiendo quiénes son los que abandonan a sus hijos, pero no puedo cuidarlos a todos, suficiente tuve con ustedes. -Se echó a reír y luego se rascó la barba.

-Entiendo perfectamente profesor.

-¿Tendremos más hermanitos, Luka?

El sonido del celular de Kasumi, que le prestaba a Ishi para temporizar sus entrenamientos, y que había olvidado devolvérselo hace tres días, la sacó de sus recuerdos. Era Arata.

-¿Hola?

-¿Por qué faltaron?

-Pasó algo grave, en unos días volveremos a la escuela y sabrán todo. No vengan para la casa. -Ishi cortó la llamada.

-¿Por qué les dices que no vengan? -Ishi reconoció aquella voz; sonaba todavía molesta.

-Por ti, no estás bien y no quiero que te vean así.

Kasumi caminó hacia la pelirroja lentamente con un rostro de furia.

-¿Así como?

-Como si estuvieras enojada con todos. Kasumi, lo siento mucho, ella era una gran persona, lo sé, pero...

-¡No hables de mi madre, no hables como si supieras!

-¡Es que lo sé! Te entiendo, pero todavía tienes a tu padre, a tus amigos, a... No perdiste todo, sigue adelante o caerás de un lugar del que es difícil salir. Lo siento mucho por tu madre, pero ella no es tu única realidad. Tu padre te acompañó esta mañana para que cesaran tus pesadillas. Debes compartir momentos con él, demuéstrale cuánto lo quieres.

-Ahora mismo me siento tan sola, incluso con él aquí...

-Si quieres golpearme golpéame, si quieres gritarme grítame, pero que este odio dentro de ti se vaya, por favor. Quiero a mi Kasumi de vuelta. Estoy para ti en lo que necesites, en serio.

-Abrázame. -Sus rodillas tocaron el suelo y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos con fuerza.

-Lo haría, pero...-intentó juguetear un poco, pero ni ella podía en aquel momento. La persona que quería estaba sufriendo frente a ella. Se acercó y con el brazo que no se encontraba quebrado hizo todo lo posible para apoyarlo en su espalda, deslizándose hasta caer-. Lo siento, no puedo consolarte como debería.

-Ya lo haces. -Rodeó su cuello con sus brazos mientras agarraba fuertemente de su colorado cabello. Sus lágrimas empapaban el suéter verde de su contraria.

OTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora