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-Debes estar atento-le dijo Ishi a su compañero pelinegro, mientras el aura en su cuerpo incrementaba lentamente.

-¿Qué haces? Te cansarás demasiado rápido. -El policía agarró su arma y observó con detenimiento cada espacio, esperando a encontrarse al joven.

-Esperemos que no-caminó a sus alrededores, pero no percibía la presencia de nadie-. No está aquí, seguramente escapó.

Eso no dejaba tranquila a la pelirroja, ocasionándole dos dudas que solo advertían "peligro": ¿Dónde se encontraba? ¿Qué estaba haciendo?

Isamu bajó su arma, pero no dejó de usar sus sentidos. La pelirroja le hizo una seña para que la siguiese, de cierta forma estaba apurada por encontrar a su hermano.

Caminaron, ninguno sabría decir si fueron pocos minutos, solamente notaron que el tiempo se pasó demasiado rápido, tanto que se preguntaron en sus cabezas si seguían en su mundo.

Quizás sí, quizás no.

-Tuvieron la oportunidad de desaparecer, y no lo hicieron-una voz hizo que se les erice la piel. Era la voz del chico de cabellos rosados que buscaban.

En aquel momento Isamu sintió miedo, porque sabía con certeza que su fuerza no servía de nada contra él, que la única que podría darle batalla e incluso derrotarlo sería la chica que pertenecía a otro mundo. Todo dependería de ella, y no solamente hoy, sino también los próximos días, meses, o el tiempo que estas personas sigan atentando contra la paz de este pueblo. Tenía miedo de que su vida y la de su hermanita dependieran de alguien más.

Incluso atemorizado, sacó su arma y retrocedió.

-¿Tan cerca de la muerte quieres estar? -la corpulenta chica sonrió.

Pocas veces veía encorvar sus labios, pero aquella vez no era de felicidad, era de sed de sangre. Su aura se incrementaba hasta llegar a quemarlo, pero no a dolerle, más bien no pudo reaccionar luego de ver a su amiga de esa manera. Nunca la había visto tan... ansiosa.

Ansiosa de que todo acabara...

La pelirroja empujó al policía para que no se encontrase tan cerca de su hermano, haciendo que caiga al suelo bruscamente.

-¿Qué haces Ishi? -preguntó el pelinegro intentando pararse.

-¡Quédate ahí! -gritó mientras seguía vigilando al joven que se encontraba a solamente unos centímetros de ella. Luego, cuando supo que su amigo no se levantaría, con gran rapidez clavó su espada recién formada en el estómago de su hermano mientras lo veía todavía sonriente-. Dime dónde están mis amigos.

-Aquí. -Todo su alrededor se volvió negro, no obstante, la espada seguía moviéndose lentamente en su interior-... ¡Ayúdame, por favor!

-¿Cómo quieres que haga eso? Sabes que no puedo -una voz se escuchó en el espacio oscuro, no obstante, ni la pelirroja ni el policía sabían de dónde provenía-. No te servirá de mucha ayuda traerlos aquí. Ya sabes, yo soy la mente y tú la fuerza, imbécil. -Aquella voz se carcajeó, su risa y sus palabras se escuchaban como un eco en todo el sitio-. Todavía juego con ellos, pero debes matarlos para seguir con los demás.

-¿Ellos? ¿Te refieres a mis amigos? -Ishi dejó de prestarle atención a su contrincante y observó el lugar lóbrego, esperando respuesta de aquella voz.

-Justamente, misma sangre. -La carcajada se volvió a escuchar en todo el lugar.

-Déjame verlos.

-¿Por qué haría eso?

-Porque tengo a la "fuerza" de este plan de mierda que hicieron -movió una y otra vez la espada en el interior de su cuerpo, seguía sonriendo de aquella manera tan tenebrosa-. No lograrán nada si lo mato, ¿verdad? Tú solo hablas, él hace el trabajo pesado.

OTRO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora