Sorprendentemente el hombro y brazo de Ishi se curaron más rápido de lo que todos habrían pensado; en menos de dos semanas estaban como nuevos. Eso era una buena noticia, ya que podría volver a usar sus extremidades para fortalecerse.
Sabía que tenían que retomar las tardes en el club, y no precisamente hablando o jugando.
-Vamos al club chicos, tenemos que volver a entrenar. -dijo Ishi saliendo del colegio.
Sabía que no todo terminaba aquí, lo presentía.
-¡Vamos! -contestaron al unísono.
Dos horas y media pasaron desde que todos se unieron para hacer los mismos ejercicios. Siempre había una rutina que debían completar para mejorar físicamente. Cada entrenamiento fue cambiando a lo largo de los meses, mejorando la experiencia.
Antes de entrar a su espacio, debían dar dos vueltas al pueblo trotando, que al menos eran unos 20 kilómetros cuadrados. Esta vez costó más que las anteriores, ya que hacía bastante tiempo que no entrenaban de esta forma. A la mayoría, solo pensar que debían hacerlo tres veces a la semana les generaba nauseas.
Luego necesitaban descansar veinte minutos y empezar con las cincuenta flexiones de brazo diarias, siguiendo con otro tiempo libre de cinco minutos y setenta abdominales.
Seguido de todo aquello, podían elegir que hacer en el día.
Se encontraban algunos haciendo entrenamiento físico, otros mejorando sus ataques y defensas con las armas, pero Ishi era la única que meditaba, que dejaba que sus pensamientos fluyeran.
«¿Miedo? ¿Luego de todo lo que sucedió? Debería estar más fuerte que nunca, pero me siento débil. Dejé morir a alguien de mi "familia"; dejé morir a la madre de Kasumi, de las personas más preciadas que tenía. Tengo que volverme más fuerte, tengo que matar a la asesina loca y detener todo esto. Pero también tengo que proteger a los que quiero, que están aquí conmigo, en este preciso momento. Miedo es lo que más llena en mi mente» sus cejas se fruncieron al darse cuenta de que no sabía qué hacer con tanto en su cabeza.
-¿Ishi? Tu aura abarca más lugar que antes. ¿Pasa algo? -preguntó la chica de ojos avellana con preocupación. Sabía que aquel rostro, con su mueca de disgusto, y mandíbula apretada no era algo común en sus meditaciones.
-No. -Abrió los ojos, el aura desapareció-. Necesito despejarme.
Salió del lugar con un portazo, solo caminó por minutos, hasta llegar al bosque, en donde estaba completamente oscuro, lleno de pinos, sin nadie. Únicamente ella, en soledad.
Como aquella vez.
-Muertos... No quiero verlos muertos...-Agarró sus cabellos con fuerza, cayó al suelo, se acurrucó en sí misma. Largaba lagrimas mientras miles de recuerdos pasaban por su cabeza.
-Falleció Hiroshi. -avisó tristemente mi hermano Luka.
-¿El profesor? -pregunté dándole la mano a Johari, no era una buena noticia, y menos para ella. Sus lágrimas empezaban a salir desesperadamente, tenía la respiración entrecortada-. No deberías haberlo dicho así, nuestra hermana todavía es pequeña.
-¿Eso es lo que te preocupa? Acaba de morir nuestro maestro, ¿y lo primero que piensas es si Johari puede escuchar esto o no? -sonaba enojado y decepcionado.
-Claro que no, pero lo sabíamos, estaba mal hace tiempo, hermano. Me pone triste, mucho. Él fue quien nos cuidó hasta que fuimos capaces de sobrevivir por nosotros mismos, nos enseñó todo lo que sabemos, fue muy importante para mí y para todos. Es por eso que deberías cuidar tus palabras delante de tu hermana menor. Sé más... discreto.
-¿¡Discreto!? ¿Y cómo pretendes que sea más discreto? -elevó su tono de voz mientras gotas saladas bajaban por sus mejillas con cierta rapidez, y yo solamente me dedicaba a mirarlo-. ¡Ni una sola gota sale de tus ojos, mierda! ¡Insensible!
Mi hermanita empezaba a largar lágrimas cada vez con más frecuencia. No lograba saber si era por la pérdida del maestro o por los gritos de Luka, que sacudía con cada reclamo sus voluminosos brazos.
-¡Basta! -Bermont agarró la mano de Johari con sus finos dedos y la acercó a él-. La están asustando. Para Luka. Ishi tiene razón, no deberías haberlo dicho así.
-Todos están contra mí. ¿Y el profesor? Ahora la niña importa más que él...
-Nadie está en tu contra, debes calmarte. ¿Pensaste en que quizás le estas dando más importancia al profesor que a tu hermana? Ella sigue aquí, él no. Claro que podemos lamentar su perdida, pero debes ser cuidadoso con los que todavía están-contestó Bermont frustrado.
«Y si ya no me queda nadie, ¿Con quién cuidaré mis palabras?»
Mi hermano mayor golpeó fuertemente la puerta y desapareció de la pequeña casa en donde vivíamos. Fue la única vez que lo vi tan asustado, triste y desesperado.
«Esa fue la primera muerte que experimenté, me llamaron insensible por no llorar. Pero ahora mismo estoy llorando, con miedo, hecha una bolita, esperando a que mis pensamientos se calmen ¿Por qué no lloré en aquel momento? ¿Por qué ahora sí? Ninguno de mis amigos ha muerto... todavía...»
-Para de llorar... Que alguien la detenga... mi cabeza.... No puedo soportarlo...-su voz sonaba entrecortada y rota. Más rota que sus miedos, ellos se fortalecían cada que podían.
Una mano delgada y de piel blanca como la nieve se sostenía de un árbol cerca de donde se encontraba Ishi.
-¿Qué hago...? -la pelinegra susurró. Había seguido los pasos de la que se encontraba tirada en el suelo.
Quiso caminar hacia ella, pero pensó que quizás necesitaba estar sola por un momento, largando todos sus sentimientos de una sola vez, pero se preguntaba, ¿qué le generaba tanta tristeza?

ESTÁS LEYENDO
OTRO MUNDO
FantasyUna chica pelirroja de dieciséis años cae por un portal hacia el patio de una casa desconocida. Al despertar, se entera de que no está en el mundo al que pertenece. Sin embargo, cuando mira hacia atrás, se da cuenta de que tiene una pequeña familia...