Ray estaba recostado en su lujoso jacuzzi, las burbujas de agua caliente envolviéndolo en una atmósfera de relajación. La bruma del vapor se mezclaba con el humo de su cigarro, formando espirales en el aire antes de disiparse.
En su mano, sostenía una copa de vino tinto, uno de sus mejores reservas, el sabor complejo y robusto acariciando su paladar con cada sorbo.
A través del cristal, podía ver la luna llena reflejándose en la superficie de su piscina.
La luz suave y plateada iluminaba el jardín, creando sombras que bailaban al ritmo del viento nocturno.
Sus pensamientos volaban lejos, hacia Sand, el Omega que había irrumpido en su vida como un vendaval, desordenando sus emociones y pensamientos.
Recordó sus escapadas en moto, el rugido del motor resonando en sus oídos mientras recorrían carreteras desiertas, el viento golpeando sus rostros y la sensación de libertad que compartían en esos momentos.
Habían encontrado juntos lugares secretos, rincones escondidos donde se detenían a descansar, a disfrutar de la compañía del otro sin preocupaciones.
Su mente vagó hasta aquella vez en la oficina de su padre. Era un recuerdo vívido, cargado de adrenalina y deseo.
Habían estado discutiendo un asunto importante cuando, de repente, la tensión se había transformado en algo más.
La pasión había estallado, llevándolos a perderse el uno en el otro, sin importarles las posibles consecuencias.
El escritorio de caoba, las papeleras volcadas, la urgencia de sus movimientos, todo era un testimonio de su insaciable deseo.
El sonido de una puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Volteó la cabeza y allí estaba Sand, con esa sonrisa que siempre lograba desarmarlo.
Ray levantó su copa en un gesto de bienvenida, sintiendo cómo su corazón aceleraba con solo verlo.
Pensé que no vendrías -dijo Ray, su voz ronca y cargada de una mezcla de alivio y deseo.
No podría mantenerme alejado- respondió Sand, acercándose al jacuzzi, sus ojos brillando con la misma intensidad de siempre-Sabes que me traes loco- dijo viendo a Ray sonreír orgulloso
Ray sonrió, apagando su cigarro y extendiendo una mano hacia Sand.
Ven, entra. El agua está perfecta, y el vino... bueno, creo que es el mejor que he abierto en un tiempo- dijo viendo al Omega asentir
Sand dejó caer su chaqueta y el resto de su ropa hasta quedar en boxers y, sin más preámbulos, se unió a Ray en el jacuzzi.
Dios tienes razón el agua es perfecta- murmuró Sand sintiendo como su cuerpo se relajaba rápidamente.
Ray sonrió antes de servirle una copa de su vino favorito ante la atenta mirada de Sand. Sabía que el Omega amaba ese vino.
Toma, espero que te siga gustando- dijo Ray mientras le ofrecía la copa.
Por supuesto que si- dijo Sand tomando la copa.
Los dos hombres se miraron, el pasado y el presente convergiendo en sus miradas, sabiendo que, sin importar las tormentas que tuvieran que enfrentar, siempre encontrarían refugio en los brazos del otro.
Diez minutos después, Ray y Sand estaban relajados en el jacuzzi, disfrutando del calor del agua y la compañía del otro.
La conversación fluía suavemente, llena de risas y recuerdos compartidos. Justo cuando Ray estaba a punto de contar una anécdota de su último viaje en moto, una voz familiar rompió la tranquilidad del momento.