Macao se encontraba de pie en la orilla del edificio más alto de la ciudad, el viento frío de la noche acariciando su rostro y despeinando su cabello.
Miraba el vacío con ojos llenos de tristeza, su mente perdida en un torbellino de recuerdos que lo asaltaban sin piedad.
Recordaba vagamente la sonrisa de su madre, ahora solo un espectro en su memoria. Su voz suave y reconfortante, sus abrazos que parecían poder protegerlo de cualquier mal.
Ella se había ido demasiado pronto cuando solo tenía 5 años, y desde entonces, dejándolo con el corazón roto y un enorme vacío.
También recordaba a sus amigos de la infancia, aquellos días despreocupados jugando en las calles hasta que el sol se ponía.
Pero esos amigos se habían ido con el tiempo, cada uno tomando caminos distintos, dejando atrás las promesas de una amistad eterna mientras que el se sumergía en la vida de la mafia, una dónde no existía amistad ni lealtad, dónde el mas fuerte sobrevivía.
Y por último, recordó a Vegas, su hermano mayor, el que prácticamente habia sido su papa toda su vida.
Vegas siempre había sido su héroe, su protector. La persona en quien siempre podía confiar,quien le había dado un amor puro y sincero, quien lo habia protegido de todo, quien le contaba cuentos ñatas dormir, quien lo cuidaba cuando estaba enfermo, quien lo había adoptado como su cachorro.
Juntos, habían enfrentado las adversidades de la vida, apoyándose mutuamente y sobretodo soportando las torturas psicológicas y físicas de su padre.
Hasta que una noche oscura y violenta les arrebató a su padre cuando solo tenía 7 años en manos de su tío Korn, dejándolos solos en un mundo cruel que parecía mucho más libre sin él pero aún así podía sentir tristeza al saber que eran huérfanos.
La pérdida de su padre había dejado una herida en Vegas que nunca había sanado, y a el una sombra que siempre lo seguía recordándole que era un inútil, una decepción y que no merecía vivir palabras que un niño pequeño jamas debía escuchar.
El ruido de la ciudad abajo apenas llegaba hasta él, como si el mundo real estuviera a kilómetros de distancia.
Macao cerró los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran libremente por sus mejillas, dándose el valor dar un solo paso y terminar con todo su dolor.
En ese borde, entre el cielo y la tierra, entre la esperanza y la desesperación, se preguntó si alguna vez encontraría la paz que tanto anhelaba, si alguien lo extrañaría.
De repente, escucho una voz suave y el delicado aroma de su hermano mayor. Abrió los ojos de golpe, antes de mirar detrás de el.
Pudo sentir como su respiración al ver que estaba Vegas, a unos pasos de distancia, con la misma expresión llena de terror, miedo y angustia que jamás habia visto.
Macao, bebé, que haces?- pregunto Vegas con voz suave pero urgente.
Papá...-Macao susurró, incrédulo—. ¿Cómo...?- pregunto viendo a su al Omega mayor acercarse lentamente
Eso no importa ahora bebé- respondió mientras alzaba su mano- Lo que importa es que te detengas, No puedes dejarte vencer por la tristeza. Mamá no querría esto para ti. Yo no quiero esto para ti, así que por favor baja de ahí-pidió sintiendo el miedo apoderarse de su cuerpo.
Las lágrimas de Macao fluyeron con más fuerza al escuchar esas palabras. Podía escuchar el miedo y la desesperación en su voz.
La presencia de su papá, real o imaginaria, le daba una nueva fuerza de seguir viviendo.