XXVI. Corazón vengativo

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Pensó que sería un día formidable, que habría diversión en cada mota de existencia, que disfrutaría como nunca de su día de playa con amigos. Se equivocó, o eso creía. ¿Por qué tuvo que verlo justo en aquel momento? ¿Qué tan mala suerte había que tener para que coincidieran en la misma zona de playa, a la misma hora y el mismo día? Lo único que deseó fue pasar largas horas entretenidas de entre tanto deber escolar, tanta espera... Para descubrir que esa espera no era lo que pensaba... Cada día aguardando la llamada en la que Eiji le dijera "he terminado mis obligaciones, podemos divertirnos"... Y se lo encontraba allí, sin aviso previo y sin noticias anteriores, teniendo un agradable paseo con aquella muchacha. ¿Podía culparlo? Sí, y lo hacía con ganas. Lo culpaba por decirle que no tenía tiempo, por apartarle de una manera tan rastrera. No era que le exigiera contarle cada cosa que hacía, a dónde iba o con quién salía. Solo pedía un poco de sinceridad, de que le avisara si tenía huecos libres y ver si podía ocupar uno de ellos, al menos. Se sentía ahogado, como si las propias manos del más mayor estuvieran materializadas sobre su cuello, estrangulando con saña.

-Si quieres una venganza yo me apunto. -Ken se dio cuenta fácilmente de los sentimientos de resentimiento de Daiki gracias a la expresión facial de este y no planeaba dejar escapar la oportunidad de poder fastidiar a Shinazugawa en caso de que su amigo quisiera devolverle el golpe.

-No creo que sea lo mejor... -la voz de la razón habló, pero ni el pelirrojo ni el otro querían oírlo.

-¿A quién le importa eso? Cuando pruebe de su propia medicina verás que no lo repite. -Ken se cruzó de brazos. En realidad, a él no le importaba demasiado el comportamiento de Eiji, solo aprovechaba la situación para molestarle lo máximo posible.

-Vámonos... No quiero que me vea... -al revés: él no quería verle. Dio media vuelta y comenzó a caminar a ritmo acelerado, sintiendo la arena caliente bajo sus pies, los cuales se hundían a cada paso al igual que su alma se hundía en un foso de confusión, rabia y decepción.

-Espérate. -el más alto lo agarró de la mano y tiró un poco, impidiendo su avance. Recibió por parte de Daiki una mirada incómoda, nerviosa. Se notaba a la legua que no quería estar allí. -¿En serio no te apetece una venganza? Una pequeñita. -el otro se quedó en silencio. -Al menos para que vea lo que se pierde. -lo soltó y se aproximó a su oído. -Tengo una idea genial que le va a fastidiar muchísimo, créeme. Se arrepentirá.

Daiki escuchó con atención sus murmullos, haciendo contacto con la mirada tensa de Ichiro. El pobre muchacho de lentes no aprobaba nada que saliera de la retorcida mente del pelirrojo, y con razón. Podía percibir su ansiedad y anhelo por olvidar temporalmente lo acontecido y volver a sus propios intereses. Él también deseaba poder dejar a un lado aquellas emociones y continuar divirtiéndose, pero una vez estas se anclaron con fuerza a su pecho fue imposible ignorarlas. La ira, la frustración y la tristeza se manifestaba en pensamientos de negación y duda. Siendo sincero... la idea de Ken era bastante simple, quizás predecible. Tampoco estaba seguro de desear esforzarse en aquel plan. Cierto que acabaría molestando a su amigo de mayor edad, pero... había algo en todo aquello que no le convencía por completo.

-No sé, Ken... -carraspeó, mostrando sin querer un leve color cálido en los pómulos y desviando la mirada con un pesar ligero.

-Vamos, sé que va a funcionar.

-Yo no lo creo... -Ichiro no sabía cuál era el plan, pero ninguna idea nacida de aquella cabeza anaranjada y macabra podía salir bien.

-Después de esto Shinazugawa se lo pensará dos veces antes de desaprovechar un rato con la lagarta. -no era que lo quisiera, prefería mantener a aquel chico fuera de cualquier ecuación, pero la tentación de fastidiarlo era más grande.

Kimetsu no Yaiba: Next GenerationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora