Extraño. No lo entendía. No comprendía qué estaba pasando, qué era lo que sentía. Ninguno tenía la más remota idea de cómo lidiar con lo sucedido. Cada uno fingía la inexistencia de aquella... cercanía reciente, pero dentro de cada mente había dudas, confusión, vergüenza. Dentro de la casa, habiendo dejado al cachorro dormir en el sofá en lugar de en su cama recién comprada, Daiki se encontraba sentado al lado de su compañero peludo, callado, simulando una profunda atención sobre su móvil abierto en una red social en la que bajaba con el dedo todas las novedades, sin detenerse realmente a observar ninguna. La presencia de Eiji a su lado, por primera vez, fue incómoda. No se atrevía a mirar qué estaba haciendo siquiera. Aquel beso fue... demasiado natural como para ignorarlo. ¿Por qué? Recordó su primer percance en la cama, lo atribuyeron a las hormonas de la edad y a la confianza, y fue sencillo pasar página. Pero lo ocurrido recién no fue un calentón, no hubo una excitación sexual. Fue... emocional. El calor no se acumuló en las zonas bajas, sino en el pecho. Los latidos no se sintieron en sus intimidades, sino alrededor del cuello. La sensación no les causó deseo carnal, sino una necesidad imperiosa de cuidarse, de protegerse. No había una explicación normal en la cabeza de Daiki. Eiji no le gustaba, eso era lo que su mente le decía desde el primer día, desde aquel accidente íntimo. Por eso pudo seguir adelante sin recordarlo mucho. Su amigo era atractivo, por supuesto, le atraía físicamente como cualquier otro hombre agraciado haría. Tenía ojos y sabía diferenciar quién le parecía guapo y quién no. Pero era eso: un amigo guapo. Adoraba a Eiji más que a nadie, una persona especial sin la que no podría vivir con normalidad. Mas era una amistad cercana lo que tenían, lo que él sentía. O lo que creía que sentía... Eiji no le gustaba en ese sentido. ¿Entonces por qué su beso le hizo sentir cada moléculadel universo? ¿Por qué anhelaba más? ¿Por qué deseaba abrazarlo mientras se perdía en aquellos océanos profundos de aguas calmas? ¿Por qué tenía la necesidad de decirle lo importante que era y cuánto miedo tenía de perderlo una segunda vez? ¿Por qué su boca tenía tanto terror de abrirse? Oh, él era consciente de que no medía sus palabras, que sin querer dañaba a sus cercanos y no se daba cuenta hasta que era tarde. Odiaba esa parte de sí mismo pero no tenía ni idea de cómo controlarlo. Tal vez, todas aquellas sensaciones y temores podrían desvanecerse en la penumbra si tomaba distancias, además de proteger a dichas personas de su agresiva manera de expresarse. Solo tal vez... ¿Realmente merecía siquiera tener amigos? ¿Merecía el amor de sus padres siendo él tan... desagradable?
En cambio, Eiji tenía la mente clara como el cristal refinado. Clara y asustada. Esperaba alguna palabra por parte de Daiki. Una frase, una mirada, un sonido... Cualquier cosa. Mas ninguna se presentó. Eiji sentía el corazón apretado, como si la propia mano del otro lo tuviera agarrado con fuerza, amenazando con aplastarlo. Él estaba seguro, sus emociones no eran una neblina que entorpecía la vista. Eran una brisa suave, un rayo de sol, la luz de una vela en la oscuridad, un oasis en un árido desierto. Sabía desde hacía tiempo que Daiki le gustaba, pero tras aquellos meses... Su corazón creció con su presencia. No, se equivocaba. Daiki no le gustaba. Le encantaba. Y no solo se embelesaba con su compañía... Le quería. Oh, aquella maldita flecha luminosa de tonos rosados, invisible al ojo humano... Acababa de condenar a la desesperación al pobre joven de profundos ojos azules. Al borde del enamoramiento de alguien que no sentía lo mismo... No hubo intercambio de palabras, de opiniones, y ya tenía el corazón resquebrajado por ser conocedor de la verdad. No sabía qué significaba para Daiki el reciente beso, pero estaba seguro de que lo olvidaría sin importarle, así como olvidó sin esfuerzo el día en el que disfrutaron un poco más sus cuerpos... A diferencia del más pequeño, él nunca pudo sacar de su cabeza aquello. Lo revivía en su imaginación tantas veces... Unas a propósito y otras sin darse cuenta. Se sentía atado de pies y manos mientras su piel era desgarrada poco a poco por las propias uñas de su amigo. Una mirada furtiva le dio para saber que Daiki ni siquiera estaba atento a él... Que estaba absorto por su teléfono. Quiso suspirar para expulsar la creciente tristeza, mas no lo hizo. Solo continuó respirando, silenciado, inmóvil y simulando prestar atención al televisor encendido. Eiji no era tonto, desde el inicio supo que aquello terminaría ocurriendo, tarde o temprano. Que tendría que enfrentarse a sentimientos mayores y a lidiar con el hecho de que no era correspondido. No preguntó, pero ni siquiera era necesario. Conocía demasiado bien a Daiki y era consciente de que, si tuviera que gustar de alguien, Sugimoto era la primera opción. Y lo odiaba. Detestaba que fuera así. Le hacía sentir la sangre tornarse en lava burbujeante. Sentía celos. Unos celos intensos y ardientes nacidos de la envidia. ¿Qué tenía Sugimoto que él no? ¿Por qué a Daiki le atraía más una persona grosera y bocazas que un íntimo compañero comprensivo y afable? No entendía nada... y no sabía si era una opción viable continuar aniquilando su mente buscando las razones. Tal vez, solo debía rendirse sin más y hacerse a la idea de que su querido amigo de verdes esmeraldas no llegaría a ser nada más que eso: un amigo. Sin embargo, una parte de él prevalecía dando pequeños pero insistentes picotazos de insatisfacción, de valor, de determinación. Un deseo, una meta, un objetivo... Aquellas cosas no se lograban sin batallar, sin dar el mayor esfuerzo, sin romper los límites de lo que se conocía. Si quería abrir el camino para una oportunidad con Daiki debía estar dispuesto a pelear a pesar de los golpes que pudieran alcanzarle y ayudar al propio muchacho a salir de sus costumbres dañinas y negativas. Hacerle cambiar no era su deseo, sino acompañarle a mejorar su propio ser. Quizás, si el joven lograba despejar su propia niebla podría evolucionar a algo más, aunque su verdadera prioridad era su bienestar.
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Kimetsu no Yaiba: Next Generation
Fanfic¿Alguna vez te has preguntado qué sería de nuestros jóvenes protagonistas en un mundo distinto, una dimensión alternativa en la que su hogar es la época moderna? Este spin-off de El Ascenso del Dragón cuenta las historias de Daiki, retoño de Tanjiro...