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Sueño hecho pesadilla

MORGANA

—¡Morgana, vamos!— veo a Camelia de espaldas, siento como jala mi mano. Se ve como cuando tenía doce años.

Lo único que veo es su cabello largo, tan blanco como la nieve y su pomposo vestido color salmón.

Tardó unos segundos en reconocerlo el lugar. El jardín del palacio de Meridia.

—¿Por qué tardan tanto chicas?— escucho la voz de Elios.

«Se ve como cuando tenía catorce».

Su cabello azul cobalto brilla con el sol, igual que sus ojos azul cielo. Su cabello está corto de los lados, un poco largo en el centro que logra hacerse ondas. Viste uno de sus tantos trajes elegantes.

Está sentado en la mesa habitual donde tomamos el té.

—Morgana se quedó hablando con Nefeli.— Camelia pone los ojos en blanco.

Nefeli, la gemela de Camelia. La primera chica de la cual me enamoré.

Volteó a ver a Elios, me está dando una mirada cómplice.

—Nuestra pequeña Morgana solo está experimentando a lo que se le llama enamoramiento— identificó un tono de burla en su voz.

Siento mis mejillas calentarse. Sé que no es un secreto entre nosotros pero es vergonzoso que lo digan tan a la ligera. Me acerco a una silla con el rostro escondido entre las manos.

—¿Entonces Elios que cuentas?— escucho la voz de Camelia.

El silencio del lugar me pone alerta, me levanto consternada por la desaparición de mis amigos.

Siento que poco a poco el ambiente se vuelve más pesado.

Me cuesta respirar.

Empiezo a escuchar gritos deformados de todas direcciones.

Logró descifrar algunas palabras entre los gritos.

Traidora, demonio, bruja...

Mis oídos empiezan a sangrar por el esfuerzo.

Mis piernas rinden y caigo al suelo, me falta el aire, lágrimas caen de mis ojos.

El pensamiento en que moriré me invade.

Gritó al despertar.

Escucho el azotón de la puerta.

—¡¿Qué sucede?!— reconozco la voz de mi hermano.

Está en pijama o más bien como normalmente duerme, con sus pantalones de Hello Kitty. Su cicatriz resalta a la luz de la luna y sus ojos brillan de naranja por la poca iluminación. Ve cómo tiemblo y como me abrazo a mi misma. Se acerca con rapidez a consolarme.

—¿Otra pesadilla?— me abraza. Asiento.— todo está bien, ellos no pueden hacerte daño.— acaricia mi cabeza.

El tenerlo presente hace que mis miedos se hagan más pequeños.

—¿Quieres que me quede contigo?

—Sí.

(•••)

La luz me hace despertar. Arthur ya no está en mi cama.

Noto que son las seis y media por mi reloj de bolsillo que se encuentra en mi pequeño tocador. Me veo al espejo del lavabo del baño, mis ojos se ven cansados y unas ojeras se hacen notar debajo.

La casa está invadida de un olor a mantequilla.

Cuando llegó a la cocina notó a Arthur. Me siento en un taburete de nuestra pequeña isla que se encuentra en medio de la cocina.

Pequeña Mikko// Gl (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora