XII

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Una dolorosa confesión

LILA

—¡Diane espera!— gritó tras de ella.

«No conoce este lugar, va a terminar perdiéndose».

—No Elena.— me dice con firmeza todavía cegada por su ira.

Corro atrás de ella. Se dirige a el gran salón de baile sin darse cuenta.

Cuando traspasa la puerta se queda estática en el lugar.

—¿Q-qué es este lugar?

El lugar está lleno de espejos. En sus reflejos veo a Diane llorando...

—El salón de los anhelos, así es como Morgana llama este lugar.

—Que nombre más absurdo— dice con descaro.

En mi interior siento como una ira se prende.

—¿En serio te enojaste?— me dice viendo mi reflejo en el espejo.

Volteo a verme a mí misma. Nunca había visto a Diane de esta manera.

Nunca había tenido la necesidad.

—¿Tanto te importa esa maldita?— me voltea a ver. En sus ojos siento tristeza e ira.

—¡No hables de esa manera de ella, Inés!— escupo las palabras con rabia.

—¡Ósea que te importa más ella!— asume—, ¡acabo de enterarme que el maldito de mi padre tiene otra hija y así es como me tratas!— dice furiosa.

—¡No porque tu padre sea un maldito, tienes que serlo tú también!— las palabras salen de mi boca sin pensar—, ¡además, tía Julieta es tan rica como ellos!— gritó desesperada por su mal comportamiento—, ¡¿de qué mierda estás tan celosa?!

Ella me mira herida y furiosa.

—¡Desapareces más de un año y así es como me tratas!— evita el tema.

—¡No evitas mi pregunta Diane Inés Arlo Ramos!

—¡De ella!— me grita con más fuerza—, de ella estoy celosa.— me ruega con la mirada para que detenga mis preguntas.

—¿De Morgana?— dejó de gritar—, ¿por qué estarías celosa de Morgana?- la miró sin comprender.

—¿No te has dado cuenta de cómo la miras?— me pregunta con la voz rota—, ¿él como ella te mira?

—¿De qué hablas?

—No te has dado cuenta.— me mira con tristeza.

—¿De qué hablas?— le pregunto desesperada.

Empieza a reír todavía con lágrimas en los ojos

—Que maldita ciega estás Elena.

Me enfurezco de nuevo por ese insulto.

—Tú le gustas.

—¿Q-qué?

—Tú le gustas a esa maldita rica— me dice en un hilo de voz—, y no te has dado cuenta que ella también te gusta.

El como Diane afirma eso hace que tiemble.

—Ella no me gusta— evitó su mirada—, solo soy su guardaespaldas, ella nunca me vería de esa manera.

«Nunca me he enamorado, no quiero que empiece ahora».

«No puedo enamorarme ahora».

«No me permitiré sentir eso, menos ahora que quieren asesinarnos».

Pequeña Mikko// Gl (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora