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La vista desde los zafiros

DIANE

—¡Lila!— escuchó gritar a Morgana—, ¡¿qué tienes?!

Volteo a verlas por un segundo.

Me percato que Lila está tirada en el piso.

—¿Qué le sucede?— preguntó dando vuelta a la avenida.

—Tiene un ataque de pánico...

Escucho un golpeteo en el cristal. Busco el causante y encuentro a un tipo muy parecido a Morgana en la puerta delantera.

Está sobre una motocicleta deportiva y me apunta al celular en su mano.

La canción de mi tono de llamada invade el autobús.

—¡Alguien páseme el celular!— grito por lo alto.

Un tipo me lo alza al lado mío para que lo tome.

Veo la pantalla.

Desconocido...

Contesto y me lo pongo en la oreja.

—Hola Arlo— suena una voz grave y rasposa del otro lado.

—¿Quién eres?— me pongo a la defensiva.

—Soy Arthur, hermano de Morgana.

«Otro rico tenía que ser».

—¡Morgana aquí hay un tipo que dice ser tú hermano!— gritó alejando un poco mi celular.

—¡Dile que estoy bien!— me grita de vuelta.

—Morgana no sufrió ningún daño, pero Lila está en crisis y alguien se encuentra herido.— le informó al tal Arthur.

—¿Quieres que te ayude a despejar el camino?— escucho como golpean de nuevo la puerta. Y ahí está él viéndome fijamente. Me percato de la cicatriz que se encuentra en sus labios—, señorita mis ojos están aquí arriba.

«Mierda, va a pensar que quiero besarlo o algo por el estilo».

—Sería de mucha ayuda si despejas el camino.

Escucho como se corta la llamada después de decirle aquello.

(•••)

Estamos en la entrada del hospital esperando a Morgana y Arthur.

Me quede con Lila a una revisión mientras ellos van por un vehículo donde entraramos los cuatro. Ella sigue sin poder articular ninguna palabra, empieza a preocuparme.

Veo llegan dos autos absurdamente caros, se estacionan frente a nosotras.

Volteo los ojos.

Suena mi celular. Contestó al darme cuenta que es Morgana.

—Hola— hablo primero.

—Sube a Lila al auto blanco.— me dice como si nada.

—¿Qué?

—Estoy dentro de el.— me dice tranquilamente para después colgar.

Me apuro al vehículo blanco frente de mí y golpeó el cristal. Me alejo un poco al notar que la puerta se está abriendo... ¿para arriba?

—¿Podrías sentar y ponerle el cinturón a Lila?— me pregunta con una sonrisa.

Me quedo viéndole de mala manera.

—Porfis...

Hago lo que me pidió. Luego de ponerle el cinturón Lila, tomo sus mejillas y la miro a esos ojos que conozco desde mi infancia.

Pequeña Mikko// Gl (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora