VIII

8 1 0
                                    

Museo visitado, un evento inesperado

MORGANA

Estamos en mi habitación. Nos traje a la casa con ayuda de mis poderes.

Lila está acostada sobre mi cama al lado de la canasta y el termo. Estoy frente a ella.

—No pertenezco aquí...— empecé.

Lila se endereza al escucharme.

—¿Qué?— me ve confundida.

—Esta no es mi realidad original— lo suelto de golpe—, este no es mi mundo.

—¿Cómo?

—Arthur y yo huimos de nuestro hogar hace cuatro años.— desvió la mirada mientras empiezo abrazarme a mi misma. Sigo estando empapada de sangre, tendré que tirar mi vestido blanco...

—¿Por qué?

Siento de nuevo un nudo en la garganta. No me gusta recordar ese día en que todo lo que conocía se cayó a pedazos.

—Nos acusaron de traición, de matar a Marcus— empezó a llorar—. Marcus Praxis, el rey de Meridia.

—¿Y ustedes?— preguntó con precaución.

—No, era como nuestro padre.

Me dirigí a la cama para poder sentarme. Siento que mis piernas fallaran en cualquier momento. Lila se sienta al lado mío.

—Fue quien nos rescató de los vendedores de brujos. Solo tenía seis Lila— empiezo a sollozar—, nunca conocí a mis padres. Él era el único al que se merecía que lo llamara así. Para los demás reinos solo éramos los chicos poderosos que tenía a su disposición el rey.

Empiezo a recordar los rumores que se hicieron después de nuestra primera aparición en el gran baile.

—Los demás reinos envidiaban a padre, porque éramos el único reino con magia, con hechiceros en la corte real. Ellos tenían miedo de que les quitaramos sus tierras. Lo único que queríamos era poder vivir en paz.

Empezó a tener un ataque de pánico, Lila lo nota y sostiene mi mano. Ya logro tranquilizarme.

—Arthur fue el más afectado con la muerte de padre de los dos— veo un punto fijo en la pared—, él fue quien lo encontró muerto en la sala de reuniones. Fue a Arthur quien lo acusaron de asesinato, a mi me acusaron de cómplice.

«Ya no tengo más lágrimas que derramar, yo no tengo más...»

—¿Puedo abrazarte?— me pregunta buscando mis ojos. Yo solo asiento.

Ella me abraza por la espalda, me siento liviana y a la vez cansada, dejo que Lila me acueste al lado de ella.

Ni siquiera me di cuenta cuando empecé a adentrarme al mundo de los sueños.

(•••)

Ha pasado una semana.

Lila ha estado mucho más precavida con salir de la casa.

Mi grupo organizó una salida para ir a un museo. A Lila no le permitieron venir.

Me comentó que habló con la joven Arlo y que si necesitaba ayuda se lo pidiera a ella. Estoy nerviosa, nunca he hablado con ella más que en el enfoque escolar.

¡Y ahora estoy sentada lado ella en el autobús que nos llevará al museo!

«¡¿Qué hago?!»

Mis piernas no se quedan quietas por los nervios.

Pequeña Mikko// Gl (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora