Invierno
LILA
Morgana pudo recuperar ese mes que no asistió entregando el proyecto final sacando la mejor nota.
Al parecer Diane no estaba enterada de la situación porque cuando la encontré me regaño como no se lo imaginan.
Ya llegó el invierno y la verdad todavia no me acostumbro al clima de este lugar.
«¡Hace un puto frio!»
Estoy temblando, aunque esté prendida la calefacción.
—¿Estás bien?— me pregunta Morgana deteniéndose en un semáforo. Estamos en su Ferrari de regreso a casa.
—La verdad— volteó a verla y ella me ve divertida—, odio este clima.— ella se echa a reír.
— Pronto te acostumbraras— dice empezando a conducir de nuevo—, además no creo dejarte ir por nada del mundo.
Me quedo callada mientras maldijo internamente.
«¿Por lo que acaba de decir o por el frío? ambas»
La manera en que ha empezado a no esconder para nada lo que piensa me encanta pero no me acostumbro todavía a sus coqueteos inesperados.
«Y tampoco lo hace mi corazón...»
—¿Arthur vendrá a comer?— me sopló las manos intentando calentarlas.
—¿Tan rápido cambias el tema?— me ve de reojo feliz pero su expresión cambia a una seria—, no en realidad se fue temprano por trabajo.
—A buscarla.— recuerdo lo que me comentó el día anterior.
—Al acabar este maldito juego.— da una vuelta drásticamente. Está enojada, lo notó.
—Tranquila, sí todo sale como lo planeado nunca volverán a perseguirnos sus seguidores, ni ella.
Emica Sano morirá junto a todo su clan al fin.
Gracias a Arthur.
—Eso espero, odie verte ahí sin moverte— empezó a acelerar—. Ojalá se pudran en el infierno.
Nunca la había escuchado maldecir.
—Morgana tranquilízate— ella voltea a verme y su rostro refleja ira en su máximo esplendor—, estoy aquí viva respirando.— su cara se suaviza y empieza a bajar la velocidad de poco a poco.
—Tienes razón— voltea al frente—. Perdón por exaltarme.— suspira.
Cuando entramos a casa notó el cambio de temperatura.
—Esto si que es calefacción.— me quito los sacos que llevo encima. Morgana ríe.
— Ven sigueme.— se adentra a la casa.
—¡Espera!— corró atrás de ella para no perderla de vista. Me doy cuenta que va a la oficina de Arthur—, ¿para qué quieres ir a la oficina?— llegó a su lado.
—Es una sorpresa.— sonríe.
Cuando llegamos ella saca una llave de su bolsillo.
Es antigua y hermosa.
—¿Desde cuándo tienes llave?— me cruzo de brazos.
—Desde siempre— trata de sonar convincente—. Bueno, desde hace como dos meses.
Cuando da vuelta a la llave la puerta se abre. Ella corre al interior buscando algo directamente en el librero.
—¿La sorpresa es un libro?
—Más bien lo que contiene dentro, aquí está— sacó un sobre de dentro de un libro—. Abrelo.
La miro algo confundida pero de todas formas lo tomo.
«Boletos de avión...»
—Colombia— susurre, volteo a verla, ella me sonríe—, ¿en serio me compraste un boleto para ir a Colombia?
—Sí
—Espera, ¿cómo sabes dónde viven mis padres exactamente?— termino de leer la dirección.
—Un gato negro me lo contó.— alzo los hombros. Río por el apodo.
—¿Diane también está metida en esto?— asintió—, ¡son las mejores Morgana!
Puse los boletos de avión en el escritorio y la abracé.
—Gracias.— sentí como las lágrimas salían de mis ojos.
(•••)
«Se sintió como una eternidad esperar a subir».
—Vamos Lila.— me jaló por todo el avión.
Por un momento pensé que viajamos en clase económica. Se me había olvidado por unos segundos que Morgana posee un Ferrari.
—¿Qué tienes?— me pregunta sentada frente mio bebiendo champán.
—No estoy acostumbrada a esto.
—¿A qué?— apunte a todo lo que nos rodeaba para darme entender, me ve sorprendida—, pues tendrás que acostumbrarte entonces cariño.
Ese apodo cariñoso lleva utilizándolo menos de una semana.
«En efecto, me puse como si estuviéramos a cuarenta grados bajo el sol».
Ella se ríe por el afecto que hizo ese apodo en mi.
—Que tierna eres cariño— escondí la cara en mis manos—, ¿sabías que cuando te sonrojas tus orejas también lo hacen?
—¡¿Qué?!— me tape la orejas.
—¿Quieres?— me ofreció su copa sonriendo de manera ladina.
La acepte de mala gana y me la tome el contenido de un trago.
—¿No tienes cerveza?
—Habrá que pedirla.— me miró encantada.
(•••)
Estamos enfrente de la florería.
Adentro veo a mi madre atendiendo a clientes con una sonrisa. Y no lo soporte, empecé a llorar al escuchar su dulce voz. Morgana tomó mi mano y la acariciaba de vez en cuando.
Escucho una moto acercarse, cuando volteo veo a mi padre arriba de su moto escarlata.
«No puedo hacer esto».
Suelto la mano de Morgana para acelerar el paso hacia el parque que se encuentra cerca.
—¡Espera!— la escucho gritar detrás de mí.
—No puedo hacerlo...— aceleró el paso.
—¡Lila espera!
Notó como empieza a brillar más adelante. Me detengo cuando se abre un portal frente mio y sale Morgana de él.
—¡No hagas eso!— volteo a todos lados y no hay nadie a nuestro alrededor—, ¡podrían haberte visto!
—¡Pero nadie lo hizo!— se apoyó en sus piernas—, corres rápido cuando quieres.
Volteo atrás de mí.
Estamos a diez cuadras de la florería.
—Podemos ir a comer primero si quieres— se enderezó—, necesito un descanso—se echó aire con la mano—. No era broma que aquí hace calor.
—Ok, vamos por unos tamales.— agarre su mano.
—¿Unos qué?
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Pequeña Mikko// Gl (Terminada)
Teen FictionLila Valencia solo quiere vivir en paz, pero salvar a alguien de morir por asuntos turbios no fue su mejor decisión. Su sentido de identidad jugó en su contra ese día y desde entonces está huyendo del peligro que la persigue, por meterse en donde no...