III

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Bosque de sauces acompañado de memorias

MORGANA

—Agárrate fuerte— dijo antes de acelerar—, alguien nos sigue.

Estaba tan concentrada en agarrarse como un gatito temeroso, que no se había percatado del asunto.

Veo de reojo cómo cambia su expresión de pánico a una de seriedad.

Empiezo a tomar el camino largo para intentar perderlo. Mi corazón está acelerado, después de escapar de Meridia no había vuelto a ser perseguida por alguien que sintiera que fuera un peligro real.

Piso el acelerador lo más que puedo. Siento su mirada encima mio. Es pesada, pero en vez de intimidarme, hace que me tranquilice un poco.

El pitido que proviene de Emy me avisa que pronto se acabará la maldita gasolina.

Aparco al lado del bosque, me apresuro a agarrar mi mochila y bajar. Señorita sexi me sigue sin decir ninguna palabra. Me quito los tacones para tener una mejor movilidad. El pasto es fresco, había olvidado esta sensación.

Un sentimiento de nostalgia me invade, recuerdo que diariamente venía a este bosque a pensar, a hablar conmigo misma, bailar o simplemente gritar.

—Dame eso.— me señala la mochila. Se la doy encantada.

Siento la calidez de su mano. Hace que me adentre al bosque.

Esto me recuerda que una vez Nefeli me llevó al bosque cuando empezamos a salir.

Mi mente se transporta a una de mis memorias más preciadas.

—¡Vamos pequeña gardenia!— siento la calidez de su mano en la mía.

Viste una camiseta blanca de botones y un pantalón azul marino. Su cabello le queda a los hombros. Es más baja que yo.

Estoy tan emocionada en ese instante que no me importa que me lleve lejos de el palacio. Confió plenamente en ella, todo mi ser espero este momento exacto desde hace tres años.

Nos adentramos un poco más al bosque rojo. El sol empieza a ocultarse, la iluminación pinta todo de una hermosa luz rosa.

Se detiene al lado de una manta que acompaña una canasta de picnic. Veo a mi alrededor, un pequeño río a dos metros de nosotras.

«Todo es hermoso, incluida ella».

—¿Y qué te parece?— sus ojos rasgados se hacen aún más pequeños cuando sonríe y sus hermosos colmillos se asoman sobre sus finos labios.

—Me encanta— me siento en la manta al lado de ella.

—Que hermosos se ven.— dijo viéndome.

—¿Qué cosa?— no comprendo.

—Tus ojos brillan.

Desviando la mirada al sentir mi cara calentarse.

Agarró mis mejillas mientras se acercaba más. Me alejo por impulso.

—¿No quieres un beso?— sus ojos reflejan un amor sincero, sus labios una sonrisa coqueta.

Cuando hace eso siento mi cuerpo derretirse un poco.

—Sí quiero.— siento mi cara arder.

Ahora yo soy la que se acerca a ella. Me detengo a unos milímetros de sus labios, nuestras respiraciones chocan. La miró buscando aprobación. Me sonríe para después posar su mirada en mi boca..

Empiezo un beso lento, ella empieza a elevar un poco la intensidad. Abro un poco mis labios, dejándola explorar mi boca. Muerde un poco mis labios, cuando nota que me estoy quedando sin aire deja irme completamente. Intento recuperar la respiración mientras ella me da un beso en la frente.

Pequeña Mikko// Gl (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora