Jueves noche - Parte 2

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Finalmente, el sorteo decidió que Álvaro sería el primero en buscar. La propuesta de la guiri no era justa y Violeta convenció al resto de aquello.

Álvaro entró al cuarto de Chiara y puso un cronómetro de 10 minutos; al ser la primera vez que jugaban, necesitaban algo de tiempo para esconderse. La luz se dejaría encendida mientras tanto, y Álvaro la apagaría desde fuera antes de entrar, para evitar accidentes.

Los chicos intentaron sacar su originalidad, pero la verdad es que no tenían muchos muebles en aquel salón. Martín trepó un poco por el mueble bar, quedándose sentado en la parte de arriba, prácticamente imposible de ser pillado. Juanjo, por su parte, se escondió detrás de la cortina, pese a las protestas de Denna, que quería ese sitio. Chiara miraba atenta, buscando algún posible escondite. Divisó que nadie había ido al mueble de la tele y corrió hacia allí, topándose con la mirada de Violeta. Ambas se habían percatado del escondite al mismo tiempo y no permitirían que se lo quitaran. Corrieron divertidas, llegando a la par. Chiara se lanzó de lejos, cayendo en el lugar un poco antes.

—Ni de coña —dijo Violeta, dando varios golpecitos en el pie de la chica—. Fuera de aquí, este sitio es mío, lo he pensado antes —vaciló Violeta.

—No, no, yo llegué antes —replicó la inglesa, sentándose ahora algo más cómoda detrás de aquel mueble mientras el resto de chicos buscaban desesperados un sitio.

Martín, desde la lejanía y la tranquilidad de haber encontrado el escondite perfecto, sonreía observándolas.

—Chicas, cabéis las dos, no hay mucho más donde esconderse —les gritó desde lejos.

La inglesa se recolocó, dejando algo de espacio para que la pelirroja se pusiera a su lado. Suspiró exageradamente, viendo a su amiga que ya se colocaba con una sonrisa.

—Lo que hay que hacer...

—Estás encantada, tonta —bromeó Violeta mientras echaba las piernas de la guiri encima de las suyas, ante la atenta mirada de esta—. Es que se va a tropezar con tus piernas y nos van a pillar a las dos —se explicó mientras se pegaba más a ella.

La inglesa se puso bastante nerviosa; podía sentir el olor que había estado evitando toda la noche. Aquel aroma la estremecía y no pudo evitar fijarse en los labios de Violeta, perfectamente perfilados e hinchados. Sin darse cuenta, se mordió el labio inferior mientras observaba a la pelirroja.

La mirada de la inglesa intimidó a la granadina, que quiso romper aquel silencio y aprovechar aquella intimidad y los minutos que quedaban para que comenzara el juego.

—Kiki, quiero decirte algo —susurró para no ser oída por el resto.

—¿Qué pasa? —preguntó la inglesa, algo asustada por la seriedad.

—Nada, más bien... quería confesarte algo —aclaró con media sonrisa.

—Dime —pidió Chiara de una forma algo desesperada e impaciente.

—El otro día, cuando respondí a la pregunta de Juanjo... —La pelirroja observó la cara de confusión de su amiga—. En el pub, el sábado —quiso aclarar para recordarle el momento, a lo que Chiara respondió asintiendo—. No escuché la pregunta —confesó, apartando la mirada.

—No te entiendo... —aportó la pelinegra—. O sea, me acuerdo del momento y de la pregunta y de la respuesta, pero ¿a qué te refieres con que no escuchaste la pregunta? —añadió.

—Chiara, me refiero a que estaba disociada y respondí que sí sin haberlo escuchado, y hoy me he enterado de la pregunta y para nada es que sí. O sea, opino que no, que no tiene por qué ser así, y me siento imbécil. No quería admitir que tenía la mente en otro sitio y respondí rápido. Todo el mundo pensó algo que no era y, sobre todo, me preocupa por ti —levantó la mirada la pelirroja, buscando los ojos de su amiga.

Desmentimos-KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora