Desmentimos-Kivi

Si

Chiara seguía paralizada en la cama, su mente seguía dando vueltas alrededor de la foto que había recibido. ¿Era posible que Violeta hubiera hecho eso? ¿O era alguna treta de Salma para arruinar lo que podría haber entre ellas?

—Buenas noches, Kiki —dijo Martin en tono cariñoso, asomándose a la habitación. Chiara le respondió con una sonrisa.

—Buenas noches, Vio —se dirigió ahora a la pelirroja.

—Buenas noches, mi amor —respondió ella mientras terminaba de cepillarse los dientes y volvía al cuarto, no sin antes dejar un beso en la frente del chico.

Al entrar, notó la mirada distante de Chiara.

—¿Pasa algo, Kiki? —preguntó Violeta, acercándose a la cama.

—Nada, solo... cosas —Chiara intentó sonreír, pero su mente estaba claramente en otra parte.

Violeta se sentó en la cama junto a Chiara, quien aún sostenía el teléfono en la mano. La pelirroja observó confusa la situación.

—¿Apago la luz? —preguntó de forma fría la inglesa.

—Chiara, ¿qué pasa? —insistió más seria la pelirroja.

—Nada, estoy cansada —respondió mientras se metía en la cama y apagaba la luz, dejando a Violeta sentada a oscuras. En breve, también se metió en su colchón, que se encontraba en el suelo, perfectamente preparado por el bohemio. La pelirroja suspiró ante el cambio de actitud de su amiga. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil y raro?, se preguntó a sí misma mientras miraba el techo a oscuras.

Tras un buen rato, la inglesa susurró a Violeta.

—¿Estás dormida? —dijo suavemente.

—No —respondió la pelirroja.

—¿Podemos jugar? —preguntó en voz baja la menorquina.

—Más juegos no, por favor.

—Tenemos que hablar, pero estamos muy saturadas. Creo que podemos jugar a preguntar cosas que necesitemos saber y solo darnos una respuesta de sí o no, sin explicaciones.

A Violeta no le pareció mal del todo la propuesta. Total, no podían dormir de todas formas.

—Empieza tú —propuso en voz baja la granadina.

—¿Te has liado con Salma? —preguntó con un hilo de voz.

—No —respondió Violeta rápidamente.

Chiara sintió un alivio inmediato, pero aún tenía más dudas.

—¿Sigues enfadada conmigo? —preguntó la menorquina.

—Sí —respondió Violeta, aunque su tono era menos tenso.

—¿Puedo arreglarlo? —Chiara casi susurró.

—Sí —dijo Violeta, esta vez con una nota de esperanza en su voz.

Violeta tomó la iniciativa con su propia pregunta.

—¿Te importo? —preguntó en voz baja, temerosa de la respuesta.

—Sí —respondió Chiara sin dudar, incorporándose de su cama para meterse en el colchón de Violeta. Sin decir una palabra, Violeta le hizo hueco y quedaron ambas mirando el techo, continuando con el juego.

—¿Quieres que hablemos más a menudo? —preguntó Violeta, queriendo entender mejor sus necesidades.

—Sí —respondió Chiara.

La tensión en la habitación disminuyó un poco. El juego parecía estar ayudando a aliviar algunas de las emociones que habían estado guardando. La menorquina decidió ser valiente con su siguiente pregunta.

—¿Te gusto? —preguntó, casi sin aliento.

Hubo un momento de silencio antes de que Violeta respondiera.

—Sí.

Chiara sonrió en la oscuridad, sintiendo una calidez que había echado de menos.

—¿Puedo darte un abrazo? —preguntó Chiara.

—Sí —dijo Violeta, girándose hacia su amiga.

Se abrazaron en la oscuridad. Todo estaba tan en silencio que, si se concentraban, podían escuchar el latido de sus corazones, que palpitaban al unísono.

Chiara acercó su rostro al de Violeta, buscando su mirada en la penumbra.

—¿Puedo besarte? —preguntó con un susurro.

—Sí —respondió Violeta, cerrando los ojos.

El corazon de Chiara comenzó a latir mas rapido que en toda su vida, tomó decidida la iniciativa y acercó sus labios a los de Violeta.....

CONTINUARA