Como si nada

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Algo hizo que Violeta se sobresaltara. Siempre había sido una persona con el sueño muy ligero y la mínima cosa la despertaba. Esta vez, fue el sonido de la cerradura girando. No sabía qué hora era ni en qué momento se habían dormido, pero en ese instante no podía moverse ya que tenía Chiara entrelazada con ella en aquel cómodo sofá. Estaban "como espaguetis", así lo había definido la guiri en una de las últimas conversaciones que recordaba antes de que acabaran dormidas. Supuso que el sonido de las llaves era de los compañeros de la pelinegra, que volvían de fiesta. Observó un pequeño rayo de luz de la persiana; debían ser como las 7:00 am.

Martín y Ruslana se adentraron en el salón, encontrándose con la escena, y se miraron sorprendidos antes de dirigir la mirada hacia la pelirroja.

-Amore, mañana me contará la Kiki, yo me voy a dormir. No puedo más -dijo Ruslana, abandonando la habitación sin dejar opción a respuesta.

-No quiero despertarla -articuló en voz muy baja Violeta al chico mientras seguía totalmente quieta.

-Id a la cama estas últimas horas de sueño y descansad bien -le propuso Martín, mientras se acercaba y le daba un beso en la frente a la pelirroja y también a su amiga, que no se inmutaba-. Es de sueño profundo, literalmente podríamos montar aquí la de Dios que no se va a despertar -sonrió de forma tierna el chico mientras acariciaba el pelo de la inglesa.

-Yo me voy a casa -respondió la granadina mientras se iba quitando poco a poco los brazos de su amiga de encima y deshaciéndose de su pierna para poder salir de prácticamente debajo de ella con cautela.

-¿Todo bien? -preguntó Martín-. Es muy temprano, le va a dar pena no verte cuando se despierte además.

-Sí, todo genial -respondió con una sonrisa-. Pero recuerda que hoy es viernes y algunas vamos a clase los viernes. No quiero faltar, es un sacrificio económico para mi familia que esté estudiando aquí y quiero ser responsable y compensar con buenas notas -explicó la pelirroja ya totalmente liberada del cuerpo de la menorquina.

Martín asintió mientras daba un abrazo a la pelirroja-. ¿Quieres hablar de lo que ha pasado? -preguntó el chico con suavidad mientras separaban sus cuerpos.

-No ha pasado nada relevante -confesó Violeta con una dulce sonrisa-. Además, ya te contará ella cuando despierte del coma -dijo, dirigiendo una mirada a la otra chica, que no se había inmutado con nada.

Martín entendió que no era el momento de insistir y asintió ante la respuesta de la chica, que ya se dirigía al cuarto de la menorquina a ponerse su ropa y dejar el pijama que le había prestado. Tras esto, se despidió de Martín y se acercó a Chiara, que seguía durmiendo profundamente. Agachándose y quedándose a la altura del sofá, acarició su pelo y le dio un beso en la cabeza-. "Luego hablamos, he disfrutado mucho" -dejó aquellas palabras con un breve susurro. Tras esto, se dirigió a la puerta y marchó hacia casa.

Cuando Violeta salió de la casa, el aire fresco de la madrugada la hizo estremecerse ligeramente. Las calles estaban desiertas, y la luz tenue del amanecer comenzaba a teñir el horizonte. Mientras caminaba hacia su apartamento, pensaba en lo que había pasado esa noche.

Al llegar al piso, Violeta tuvo la tentacion de volver a meterse en la cama y dormir todas esas horas que le faltaban, porque aunque ella no habia salido de fiesta, el alcohol de la previa, la regla y el haberse acostado a las tantas, le habia pasado factura, pero no dejo que ese pensamiento le ganara y se preparó rápidamente para ir a clase. Se puso una ropa cómoda y práctica, preparó su mochila, desayunó algo rapido y salió nuevamente. La universidad no estaba muy lejos, así que decidió ir caminando en aquella ocasion, ya que no iba mal de tiempo, disfrutando del silencio y la paz de la mañana.

Desmentimos-KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora