el nacimiento

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Hibino Kafka, más conocido como el Kaiju Número 8, se encontraba en un espacio blanco, conversando con una versión de sí mismo que tenía el cabello blanco. Habían logrado ganar contra el Kaiju Número 9, pero para ello, Kafka había tenido que dejar algo atrás.

- Estoy seguro que quieres dejar de depender de mí... ¿No es así?.

preguntó el Kafka de cabello blanco.

Kafka lo miró con frustración y respondió

- Pero soy débil...

- Entonces te daré fuerza.

ofreció el otro Kafka.

Kafka apretó sus manos con impotencia y declaró.

- No quiero depender más de ti... Siento que mi humanidad se va con cada uso que te doy.

El Kafka de cabello blanco asintió y dijo con seriedad

- Puede que eso sea verdad, Pero sabes que me necesitas.

Kafka lo miró con conflicto en su mirada.

- lo sé y odio es hecho.

Ambos Kafka permanecieron en silencio por unos instantes, conscientes de la difícil situación en la que se encontraban. Kafka había logrado derrotar a un poderoso enemigo, pero al costo de tener que depender cada vez más de esa otra parte de sí mismo, la cual sentía que lo alejaba de su propia humanidad.

Era una encrucijada dolorosa, y Kafka se debatía entre la necesidad de esa fuerza sobrenatural y el deseo de mantener su esencia humana intacta. Sabía que sería una lucha constante, pero estaba determinado a encontrar un equilibrio, a no perder por completo lo que lo definía como persona.

Kafka, con el cabello blanco, miró con seriedad a su contraparte humana y le dijo

- Pero los soldados no son diferentes... Ellos dependen mucho de los trajes que están hechos de mis compañeros... Sin esos trajes, ellos son como tú.

Señaló a la parte humana de Kafka, enfatizando su vulnerabilidad sin la fuerza sobrenatural que él representaba.

Entonces, el Kafka de cabello blanco extendió su mano hacia él y le propuso:

- Kafka... Tu forma Kaiju se debe a que no me aceptas a mí, el Número 8. Juntémonos y déjame ser tu fuerza vital.

Kafka lo miró con conflicto reflejado en su rostro. Sabía que dependía de esa parte de sí mismo, pero aún se resistía a aceptarla por completo, temeroso de perder su humanidad.

- Pero...

intentó objetar, pero el Kafka de cabello blanco lo interrumpió.

- Estás al borde de la muerte... El Número 9 está casi muerto, pero tú lo sabes, su poder de regeneración es alto. Si esperas un poco  más... Todos morirán.

Kafka frunció el ceño, consciente de la urgencia de la situación. El Número 9 era una amenaza que aún no había sido derrotada por completo, y si no actuaba pronto, las consecuencias podrían ser catastróficas.

Mirando la mano extendida de su contraparte, Kafka sabía que no tenía más opción que aceptar esa parte de sí mismo. Necesitaba la fuerza del Número 8 para salvar a todos y, a su vez, encontrar el equilibrio entre su humanidad y su forma Kaiju.

Era una decisión difícil, pero Kafka estaba determinado a hacer lo que fuera necesario para proteger a quienes amaba, incluso si eso significaba tener que abrazar esa parte de sí mismo que tanto le costaba aceptar

Kafka escuchó con atención las palabras de su contraparte de cabello blanco, quien le ofrecía una solución para ganar la batalla decisiva.

- Déjame unirme a ti, Kafka, y los dos seremos aún más poderosos.

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