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Kafka se abalanzó hacia la Reina Kaiju, sus Ryougunes moviéndose como extensiones de su propia voluntad. Los tentáculos se retorcían y se lanzaban con una ferocidad sin igual, buscando atrapar y someter a la bestia.
La Reina Kaiju, a pesar de su tamaño y poder, se vio obligada a retroceder ante la incesante arremetida de Kafka. Sus movimientos eran rápidos y precisos, anticipando cada uno de los ataques de la criatura.
Kafka, con los ojos ardiendo de ira y determinación, guiaba a los Ryougunes con una maestría increíble. Saltaba y maniobrava entre los gigantescos tentáculos de la Reina, buscando puntos débiles y oportunidades para infligir daño.
Los Ryougunes se envolvían alrededor de la bestia, apretando con fuerza, intentando someterla. La Reina rugía de dolor y frustración, sin poder liberarse de ese férreo agarre.
Kafka, impulsado por la ira y el dolor que lo consumía, lanzaba una serie de ataques demoledores, golpeando a la Reina con una violencia y brutalidad que sorprendía incluso a los experimentados soldados que observaban la batalla.
La criatura, herida y debilitada, intentaba desesperadamente contraatacar, pero la precisión y la fuerza de Kafka parecían sobrepasarla. Los tentáculos se enredaban y apretaban con mayor intensidad, sometiendo cada vez más a la Reina Kaiju.
Poco a poco, la bestia iba perdiendo fuerza, sus movimientos se volvían más lentos y erráticos. Kafka, sintiendo que la victoria estaba cerca, redobló sus esfuerzos, determinado a vengar a Seichi y asegurar la derrota de la Reina Kaiju.
Los soldados, atónitos ante el espectáculo de poder y ferocidad que presenciaban, contenían el aliento.
Mientras Kafka y la Reina Kaiju se enfrascaban en su violenta batalla, la criatura comenzó a lanzar ráfagas de afiladas estacas óseas cubiertas en llamas ardientes.
Los Ryougunes de Kafka se movieron con una gracia y velocidad asombrosas, interceptando cada una de las peligrosas proyectiles. Los tentáculos envolvieron las estacas ígneas, apretándolas con fuerza hasta que se hicieron pedazos.
El calor de las llamas no parecía afectar a los Ryougunes, que se retorcían y danzaban con una agilidad casi sobrenatural, protegiendo a Kafka de los ataques de la Reina Kaiju.
Cada vez que las estacas de hueso eran lanzadas, los tentáculos se abalanzaban sobre ellas, envolviéndolas y aplastándolas con demoledora potencia. Los huesos se rompían y se desintegraban bajo la fuerza aplastante de los Ryougunes.
Kafka, concentrado y sereno en medio del caos de la batalla, guiaba a sus tentáculos con una precisión milimétrica. Anticipaba cada movimiento de la Reina Kaiju, estudiando sus patrones de ataque y encontrando la manera de contrarrestarlos con eficacia.
La criatura, frustrada por la habilidad de Kafka para neutralizar sus devastadores ataques, rugía de ira y frustración. Sus ojos brillaban con una rabia feroz, pero su ímpetu se veía cada vez más disminuido ante la inquebrantable defensa de los Ryougunes.
Los soldados observaban atónitos cómo Kafka parecía controlar y dominar los movimientos de los tentáculos, convirtiendo la ferocidad de la Reina Kaiju en algo inútil. La determinación y el poder del comandante los llenaba de una mezcla de admiración y temor reverencial.
Kafka, sin perder la concentración, se preparaba para lanzar su próximo movimiento, sabiendo que la derrota de la Reina Kaiju estaba cada vez más cerca
Aunque Kafka sabía que tenía la ventaja en la batalla, no se confiaba en lo más mínimo. Consciente de que la Reina Kaiju seguía siendo una amenaza formidable, el joven guerrero comenzó a utilizar todo lo que tenía a su alcance para mantener a la bestia a raya.
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un Kafka diferente
FanficEl kaiju número 9 fue derrotado, más imposible sin secuelas, Kafka hibino de convirtió en el comandante de las fuerzas especiales anti kaiju por indicaciones del ya fallecido isao shinomiya ... Fue conocido como el segador negro Historia inspirada...