DANZA

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Crista daba giros torpes sobre la plataforma, no había gracia en sus movimientos, ni siquiera la esperanza de que su belleza opacara su burda forma de bailar. Los hombres no apreciaban el esfuerzo de una rutina limpia y estética pero tampoco eran tan idiotas como para no notar que la chica caminaba como un venado con los tacones, ni pasaría desapercibida la falta de experiencia usando el tubo metálico a su antojo para recrear movimientos tan gráciles que envolverían al más incauto.

Es un "Lenivoye zhuvitniye"

Me pareció escuchar la voz de mi maestra en mi cabeza al ver a la rubia.

De seguro la señorita Ptrova se ofendería al verla frente a un escenario.
Habíamos intentando ayudarla con una danza que no fuera difícil, algo natural pero lo que tenía de linda y encantadora era igual a la torpeza en sus pies.
Supongo que no todo el mundo nace para la danza.

-Es como ver a un elefante tratando de bailar - se burló Pieck.

- No seas mala, nunca ha usado tacones tan altos - de nuevo mire a la rubia.

- Se romperá un tobillo antes de que pueda bailar - murmuro Mikasa.

Mikasa estaba particularmente de mal humor, siempre estaba así cuando pasaba la noche con él y no había manera de calmarla. Pero bueno, tenía un efecto similar en todas nosotras.

-Debes tener cuidado Crista - gruño la pelinegra - si te caes vas a lastimarte o peor, caerás encima de un cliente.

- No creo que eso sea un problema. - sonrió Pieck.

- Hasta que uno de esos malditos viejos se queje de lo tonta que es.

Y estuve de acuerdo con la pelinegra, Crista era amable, linda pero me parecía muy... ingenua. Era como si hubiera salido de algún mausoleo y jamás hubiese visto el mundo, preguntaba absolutamente todo. Quizá se debía a que era joven, todas le ganábamos con varios años y de alguna manera entendíamos que fuera tan tonta, pero todo tenía un límite. Ni siquiera Sasha que era la más tolerante de todas se resistió a regañarla cuando descompuso la laptop por tratar de descargar música.

A mí me parecía que tramaba algo, siempre que la veía notaba como delineaba cada salida, puerta o ventana, lo que me daba mala espina pero opte por no inmiscuirme, si ella quería intentar escapar lo mejor era dejarla sola. Era una historia de la que todas conocíamos su final.

- Lo siento mucho Mikasa - la rubia se sostuvo del tubo - de verdad trato pero no soy tan buena como ustedes.

- ¿Enserio crees que todas sabíamos bailar cuando llegamos aquí? ¿Crees que bailar semidesnuda era mi sueño de niña? - Se acercó al escenario - Todas aprendimos y nos esforzamos pero tu ni siquiera lo intentas. Tu cara de niñita boba no te va a servir siempre.

- Lo siento.

El eco de unos aplausos resonó tras nosotras

-No seas tan dura Mikasa - su voz nos paralizo a todas.

Sus ojos azules no se apartaban de la rubia que se había quedado inmóvil en la plataforma. Se acercó al centro del club donde la rubia seguía quieta.

La altura imponente de Erwin Smith contrastaba de sobremanera con la pequeña figura de Crista pero la chiquilla no bajo la mirada, sí que es tonta.

-Tú debes ser Crista - sonrió. - Tu padre tenía razón, eres realmente hermosa. - sin más jalo algunos mechones de su cabello rubio y note ligeramente la incomodidad en los ojos de Erwin, él detesta las mujeres rubias porque le recordaban a su madre. - Sera mejor que no hagas enojar a Mikasa niña, no quieres verla enfadada - sonrió con autosuficiencia - Yelena.

Odette | Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora