EL HECHIZO DE ROTHBART (PARTE TRES)

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Erwin estaría en la ciudad tres semanas más, mismas en las que iba a su habitación de hotel cada día. Incluso había dejado de ir a mis practicas de ballet, a pesar de los regaños de la señorita Ptrova quería aprovechar cada día con él antes de no volver a verlo.

Me sentía en un sueño del que no quería despertar.

-No puedo.

- Si puedes, eres más inteligente de lo que crees.

- ¿Puedo mover a la reina?

- Aun no - sus labios formaron una sonrisa - pero puedes mover al caballo. - señalo la figura.

-Creo que nunca entenderé este juego.

- Solo es estrategia Odette, saber qué movimiento hará tu oponente y adelantarte.

No me gustaba el ajedrez, me parecía un juego aburrido pero trataba de entenderlo porque así podía compartir algo con Erwin.

Trate de hacer un par de movimientos más pero al final siempre me ganaba.

-OK, ya tuve suficiente de esto - me levante para ir por una botella de agua.

- Adoro como se te ve mi camisa - sus ojos siguieron mis movimientos.

- Gracias - sentí calor en el rostro.

Aun me daba pena cuando me decía ese tipo de cosas pero me encantaba. Me había enamorado por completo de él, su forma de hablar, de su inteligencia, de su forma tan única de besarme. Y me había vuelto adicta a lo bien que se sentía estar con él, a sus palabras dulces y a lo suave de sus caricias.

-No tienes que agradecerme - vi su torso desnudo - eres hermosa Odette, como una muñeca perfecta.

Estiro su mano hacia mi y al igual que un imán me acerque.

-Me gustas Odette- Sentí un escalofrió atravesar mi espalda - eres todo lo que deseo.

Sus manos comenzaron a acariciar mis caderas mientras sentía como su rostro se perdía entre mis senos.

-Te necesito.

Solté un suspiro fuerte, no quería que se fuera. La conexión que teníamos no la había sentido con nadie, jamás. Y carajo, tenerlo entre las piernas era condenadamente adictivo. Aquella habitación de hotel se había vuelto mi lugar seguro y favorito.

Me aferre a sus labios con fuerza esperando que con ese beso pudiera expresar todo lo que sentía. Mamá decía que no debía enamorarme tan rápido de un hombre pero me era algo difícil tratándose de él.

No era una persona puntual pero si me consideraba comprometida con mis clases, aunque últimamente había descuidado esa parte de mi vida.

-Odette quiero hablar contigo un momento - sabía que tarde o temprano tendría esta conversación.

-Lo lamento señorita, estuve ocupada con el trabajo y no me di cuenta del tiempo.

- En todos estos años jamás habías llegado una hora tarde- sus ojos negros me miraban - ni siquiera los días de nieve.

-Yo... El señor Leonhart me ha pedido ayuda. Su hija pronto de ira a la universidad y esta algo atareado.

- No tienes que mentirme - sonrío - no soy tu madre y conozco bien esa mirada. Yo la he tenido, varias veces - dijo entre risas.

- Entonces, ¿no está molesta?

-¿Molesta? Linda por favor, te he visto con una sonrisa que antes no tenias, no podría enojarme. Hasta quiero conocer al chico. - de inmediato me sentí nerviosa. ¿Qué pensaría si supiera que no es tan "chico" como ella cree?

Odette | Reiner BraunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora