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Estaba tomando café junto a la señora Rumi tranquilamente, había notado sus cambios físicos, se veía aún mas mayor que la última vez, donde terminó muy mal, claro, pero él pasado para mí murió, le daré una oportunidad al idiota de Ran y si logra convencerme pues que pase lo que tenga que pasar, aunque aún desconfío de su palabra.

Suspiro algo agobiada y bebo de mi taza de café. La señora Rumi me mira con una sonrisa algo entristecida y desvía la mirada hacía el ventanal.

-Tú eras un buen partido para mí hijo, Maisie, nunca entendí el porqué se separó de ti, él nunca me lo dijo. - habló sin mirarme. Suspiro algo entristecida y miro el suelo.

Yo también pensé que era un buen partido para Ryosuke, pero no fué así, terminamos por Ran, pero de igual forma yo lo amaba, era mi todo, eso, hasta que me superó tan rápido y se casó con Lily y siguió adelante.

Entendía perfectamente que casi toda la culpa fué de Ran y sus caprichos, pero Ryosuke fué el que decidió hacerle caso, no le importó lo que yo llegara a sentir, aunque ahora que lo veo, a nadie le importa lo que yo sienta, es decir, tengo que hacer siempre lo que los demás me digan sin rechistar, me forzaron a aprender sobre red y así poder hackear junto a Kokonoi, me forzaron a abandonar mi vida tranquila adolescente por el capricho de Manjiro para ser pandillero, fuí secuestrada innumerables veces ¿y qué?, ¿acaso a alguien le importó mi sentir? Ni mierda.

-Señora Rumi... ¿Puedo hablar con usted? - la miro algo apenada.

-Por supuesto, cariño, confía en mí siempre, eres como la hija que nunca tuve, así como tú me ves como una segunda madre. Puedes decirme lo que quieres. - me sonrió dulcemente.

Trague saliva y la pensé por unos segundos, pero de igual manera iba a desahogarme un poco con ella, sé que podía confiar eternamente en una mujer como ella, la cual nunca me jugaría, pero necesitaba una solución a mis problemas.

-Yo... Yo en estos momentos sufro de una situación algo complicada, es decir, tal vez yo no estoy en esos pasos, pero me veo forzada a vivir en ese ambiente, ¿comprende? - ella asintió, haciéndome sentir seguridad para seguir hablando-. Manjiro, mi hermano... - suspiro-. Él en estos momentos está metido en un lío que ni como sacarlo, la soledad que el siente lo llevó a eston, y aunque haya tratado de cambiar su parecer, esto simplemente se salió de control y ahora lidera una de las mafias más peligrosas de Japón, Qué cosas, ¿no?

Reí sin gracia y le di un sorbo a mi café, miro el suelo por unos segundos, sintiendo mis ojos empezar a humedecerse para luego empezar a derramar lágrimas. Tomé fuertemente la jarra y solloce, me sentía tan frustrada desde hace años atrás, nunca pude llorar con tanta libertad sobre lo que me sucedía, no me sentía segura de contarle a alguien mi vida, no confiaba en nadie, incluso no pude confiar en Manjiro, mi propio hermano, él simplemente infligia miedo en mí, era egoísta.

Sentí sus brazos rodearme y apegarme a su pecho, acariciaba con tranquilidad mi cabello y la oía suspirar. Me aferré a su torso para así no soltarme de ella en ningún momento, me sentía tan tranquila a su lado que perderla simplemente me causaría un colapso mental, yo no quería perder a la señora Rumi, no a ella.

-Mai... Ya lo sabía, sabía que Manjiro seguía los malos pasos desde hace años, pero nunca me entrometi para no darte problemas a ti, después de todo eras la novia de mi hijo y tenía en cuenta que mi niño no era del agrado de todos ellos, en especial del chico de las trenzas. - me miró sonriente-. Ese chico está enamorado de ti, ¿no? - Asentí no tan convencida-. Sé que puede ser frustrante ya que pinta ser mala persona, pero cuando un mujeriego deja de serlo por encontrar al amor de su vida, créeme que nunca de dejará ir.

Reí, ¿Yo... ser el amor de su vida? Ran se veía incapaz de amar a una mujer, era del tipo que se las coje y las tira como basura, pura mierda.

-Créame señora Rumi, Ran no es ese tipo de hombre, es un... Falso... Coqueto... Posesivo... Agh, entre muchas cosas más que lo hacen ver como un idiota. - hice un ademán con la mano-. Yo no puedo quererlo, no a él.

LOST IN THE FIRE | 𝑹𝒂𝒏 𝑯𝒂𝒊𝒕𝒂𝒏𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora