11. Una certeza en duda

9.9K 499 430
                                    

al final mi editora jefe es una tía chulísima (as always) y ha editado esto en tiempo récord para que lo tengáis hoy

pido perdón por las hormonas de antemano

...

Martin tiene un dolor de cabeza terrorífico y demasiadas cosas en las que pensar. Sobre todo teniendo en cuenta que debe encontrar algo con lo que ocuparse mientras Juanjo dedica su mañana a hacer lo que sea que haga en la puta reunión.

Se estira sobre las sábanas, todavía arrastrando el sueño consigo. Ayer se fue a dormir a las cuatro de la mañana, había estado ocupado bebiendo cada palabra que salía de la boca de Juanjo y conteniendo las ganas de cerrar la distancia entre ellos.

No había sido consciente de la dificultad que supondría mantener un mínimo de cordura a su lado, cuando no tenía ninguna distracción que le apartara de dedicar cada uno de sus pensamientos al hombre.

Haber hablado con él, hasta bien entrada la madrugada, haber sentido el peso de su compañía... Todo ello había terminado por certificarle una realidad apabullante; Juanjo no es alguien a quien quiera tirarse. Juanjo es el chico que le hace sentirse estúpido, cuidado e iremediablemente comprendido.

Nunca podría conformarse con menos que seguir teniéndolo a su lado.

Es una persona enamoradiza, siempre lo ha sido, adora demasiado gustar como para que su forma de ser no se adaptara a ello. Pero con el maño es diferente, lo lleva siendo durante semanas ya.

No quiere gustarle.

Quiere que Juanjo sienta lo mismo que él; la certeza irrefrenable de que la tensión entre ellos carece de calificativos suficientes.

Quiere que Juanjo le bese y le asegure que él también lo nota.

Se da la vuelta, notando las sábanas enredadas en su cintura, y coge su móvil. Tiene unos cuantos mensajes de Kiki y Rus, pidiendo con insistencia una actualización respecto al viaje, dos de su madre preguntando si sigue con vida y otro de Paul, invitándolo a un evento el finde siguiente.

El recuerdo de la última fiesta organizada por Paul a la que había asistido todavía estaba excesivamente presente en su mente. Sobre todo cómo la dinámica de su relación con Juanjo había cambiado radicalmente a partir de ahí.

Le escribe a Juanjo, preguntando cómo está yendo la reunión, porque no puede contener su preocupación. Él contesta unos minutos después, asegurando que todo va bien. Martin da por finalizada la conversación, pero el maño le envía otro mensaje preguntando si van a comer juntos. Le contesta que sí, porque realmente, ni siquiera está seguro de saber decirle que no.

Al final, acaba decidiéndose a salir de la cama, convencido de su necesidad de hacer algo con su vida que no consista en quedarse esperando al maño.

Bruselas es fría y gris, llena de turistas incluso para encontrarse en temporada baja. Se pasea con toda la lentitud y calma de la que es posible durante horas, sin encontrar realmente algo que consiga distraerle de la realidad que se asienta en su estómago.

Hay una parte de él especialmente ocupada en analizar si Juanjo estará bien.

Si habrá servido de algo quedarse hasta las tantas oyendo sus planes, asegurándole que una mala tarde no implica el fin de una carrera. No de alguien como Juanjo.

Acaba haciendo el camino de vuelta al apartamento, cuando ya ha visto el Manneken Pis y admirado la plaza principal. Sin embargo, sólo para ahí unos minutos, sin ser capaz de quedarse quieto.

Se plantea, durante unos instantes, hasta qué punto ha sido una buena idea acompañar a Juanjo a Bruselas.

Quiere estar ahí, para él, quiere ser un apoyo y un amigo si es eso lo que necesita. Si esa es la única manera en la que va a poder obtener su compañía.

mastermindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora