18. Llamar a la puerta.

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un aplauso para mi por actualizar y un aplauso a vosotros por ser las más majas de la historia y comentar esta historia como locas <3<3 os quiero, gracias por todas vuestras teorías porque me he reído más que nunca

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La vuelta en metro a su casa termina por certificar una nueva necesidad para Juanjo; tiene que ir a por su coche a Zaragoza. No puede seguir correteando de un lado para otro, dependiendo de caros viajes en taxi o teniendo que compartir su trayecto con la mitad de Madrid.

La introspección es complicada cuando las otras cien personas que ocupan el vagón parecen tan desesperadas como él por llegar a sus respectivos hogares. Sería mucho más sencillo meditar las últimas palabras de Rebeca desde la comodidad de su coche.

Algo melancólico y dramático, observando desde la ventanilla cómo cae la lluvia. Sin embargo, se ve expuesto a un viaje penoso hasta su piso, en el cual solo es capaz de pensar en hundirse en su cama y dejar que los eventos del fin de semana y de su mañana de lunes se difuminen hasta dejarlo inconsciente.

Álvaro no le permite esa opción, puesto que una vez entra por la puerta de su casa, el hombre lo arrastra hasta la cocina donde el olor a hamburguesa y patatas fritas llena el ambiente. Juanjo vuelve a tener ganas de llorar, aunque sea exclusivamente por el hecho de que Álvaro sabe lo que necesita incluso cuando él mismo es incapaz de entenderlo.

"Eres mi persona favorita del mundo entero." Afirma el maño, mirando hacia la mesa de su pequeña cocina, observando las bolsas de comida basura cual niño en Navidad.

"Acuérdate de eso la próxima vez que no friegue los platos, cariño." Se burla Álvaro, dirigiéndose a la nevera. "Y estás a punto de quererme incluso más, así que, por favor, contente de pedirme matrimonio."

El hombre saca dos latas de su cerveza favorita de la nevera, una sonrisa triunfal en la cara y un movimiento de cejas que termina por arrancar una carcajada a Juanjo.

"Siento decirte que después de esto, Álvaro, efectivamente, vamos a tener que casarnos, ve comunicándoselo a Paul." Juanjo se acerca a su amigo, cogiendo una de las latas que le ofrece, para después sentarse a la mesa y observar la comida expuesta. "¡Y me has pedido patatas deluxe! ¡Álvaro!"

"Eh... No, esas son para mí, lo siento, no todo puede ser tuyo." El sevillano se sienta a su lado, agarrando una hamburguesa en el proceso. "También he comprado maría, porque sé que te va a apetecer."

"¿Qué cojones? ¿Cuándo fue la última vez que me viste fumar mierdas de esas?"

"No te hagas el digno que todavía me acuerdo de todos los años de uni." Le refuta Álvaro.

"La verdad es que sí es sorprendente que te acuerdes de algo." El comentario consigue que su compañero de piso le pegue un suave empujón en el hombro. "Auch."

"Ja, ja, Álvaro es un borracho, qué gracioso, sí."

"Anda, venga, no te piques..." Juanjo pega un mordisco a su comida. "¿Y por qué me iba a apetecer un porro?"

Álvaro posa su hamburguesa en el plato, dando un sorbo a su cerveza antes de responder. No es un buen comienzo.

"Porque las hamburguesas y la cerveza son solo mi plan de distracción."

"¿Plan de distracción?" Juanjo todavía mantiene una sonrisa divertida en la boca, nunca está seguro de por dónde va a salir su amigo.

"Sip... A ver." Álvaro suelta un suspiro. "Sabes que no me gusta meterme en tus mierdas porque no entiendo tu forma de ver las cosas y paso de pelearme contigo, pero... ¿El niño este...?"

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