Capítulo 33: Recuñas

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Cuatro personas se encontraban al atardecer en el molino. Himura, la kitsune de cabello negro, estaba sentada en la cama de paja. Ella tarareaba una linda canción oriental, acompañada por el chirrido de su espada al ser afilada con una preciosa y especial piedra. Indiferente a todo, paciente.

El grupo estaba esperando a la noche, Nemes lo solicito con esmero con varias excusas bien planteadas. Al final cedieron.

Nemes y Misra, ambas terriblemente pálidas, estaban teniendo una partida de ajedrez en silencio.

—Jaque... —dijo Nemes moviendo la pieza del caballo. Misra se mordió el labio pensando; sus ojos revoloteaban sobre el tablero buscando alternativas. Tristemente, solo pudo colocar al rey en el refugio que le daban sus propios peones...

—Y... —dijo Nemes con sadismo mientras levantaba el otro caballo—. ¡Jaquemate! —declaró con placer mientras golpeaba el caballo contra el tablero. Todas las piezas saltaron ante el golpe, pero, afortunadamente, no se cayeron ni se cambiaron de posición.

El tablero mostró el típico "mate de la coz". Misra, frustrada, escudriñó el tablero buscando cualquier alternativa, sin encontrar nada. Con una cara resignada aceptó la derrota y ambas se dieron la mano.

—5 a 5, con esto estamos empatadas... —dijo Misra entrecerrando los ojos. Nadie le había ganado en el ajedrez. Esta no sería la primera vez... Aunque algo levantó su curiosidad: ¿cómo aquella vampira, supuestamente joven y sin vivir en sociedad, sabía jugar al ajedrez tan bien?

Leo las miraba extrañado mientras descansaba su espalda en la pared. Su frente se arrugó al ver que estaban a punto de jugar otra ronda; ¡él también estaba muy aburrido!

—¿Van a volver a jugar? —preguntó irritado. Extrañamente, la que saltó más a la defensiva fue Misra.

—Sí... ¿O tienes algo mejor para hacer? —dijo revoleando los ojos.

—Bueno... —se sujetó la barbilla con sus dedos, como si estuviera pensando—. Podemos hablar.

—También podemos hablar mientras jugamos, ¿no? —preguntó Misra sarcásticamente, como si fuera un estúpido.

—¿Y qué te parece si jugamos a Recuñas? —dijo Leo como si fuera algo sorprendente. Nemes pudo ver el brillo en los ojos de Misra.

—¿Tienes los dados? —preguntó la elfa emocionada. Leo simplemente sacó una bolsita y se acercó a la mesa, dando por hecho que ya era permitido.

—¿Qué es? —preguntó Nemes con curiosidad.

Leo extendió la bolsita y vertió su contenido sobre la mesa. Varios dados brillantes de diferentes colores y formas cayeron y rodaron, capturando la atención de todos en la sala.

—Recuñas es un juego de dados —explicó Leo, mientras recogía uno de los dados y lo mostraba a Nemes—. Cada dado tiene un conjunto único de símbolos y números. Es un juego de cotilleo y suerte, perfecto para conocer más sobre los demás y pasar una tarde tranquila... como hoy.

Misra asintió con entusiasmo mientras Himura observaba con curiosidad desde su cama de paja.

—Empiezo yo —dijo Misra, tomando uno de los dados de seis caras. Lo lanzó sobre la mesa y el dado giró hasta detenerse en un símbolo de estrella—. Estrella. Eso significa que debo contar un recuerdo feliz.

La elfa se tomó un momento para pensar y luego comenzó a hablar:

—Recuerdo cuando era niña, antes de que todo se complicara... Solía correr por los campos de infinitas flores con mi hermano y hermana. Éramos tan felices y libres. Una vez, encontramos un nido de aves exóticas y decidimos cuidarlo hasta que los polluelos volaran por sí mismos. Fue una época sencilla... y feliz.

Renací Como Mi Personaje Vampiro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora