Capítulo 45: Trialidad de la Vida (R17)

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—Su majestad... — Un siervo se inclinó ante ella, una petición para hablar. La cual aceptó con un movimiento de su mano. Actualmente, la reina Aerith se encontraba en su lujosa oficina del castillo, rodeada de estanterías repletas de libros antiguos y pergaminos. La luz del sol se filtraba a través de las altas ventanas, bañando la habitación con un resplandor dorado.

—Adelante, ¿qué sucede? —dijo Aerith, con su tono sereno y autoritario.

—La princesa Misra ha llegado, como ordenó, su majestad —informó el siervo con la cabeza aún inclinada.

—Hazla pasar —instruyó Aerith. El siervo se retiró rápidamente y, momentos después, Misra entró a la oficina con paso inseguro, sus ojos reflejando tanto desafío como temor.

Misra, una joven elfa de belleza deslumbrante, había causado un gran revuelo recientemente al escaparse con una supuesta vampira, y provocar una serie de desastres que pusieron en peligro la estabilidad del reino. La princesa estaba preparada para recibir un castigo severo o tedioso... pero nada la había preparado para lo que estaba a punto de escuchar.

—Madre... —comenzó Misra, intentando mantener la compostura. Sus labios temblaban mostrando su ansiedad.

—Silencio, Misra. Hoy no es el día para tus disculpas o excusas —dijo Aerith con sencilles, no era la primera vez que tenían una conversación así. Se levantó de su asiento y caminó lentamente hacia su hija, su vestido blanco ceñido con toques de oro resplandeciendo bajo la luz. —Tu irresponsabilidad ha sido inaceptable. Pero más que eso, tus acciones han puesto en riesgo la seguridad de nuestro reino.

Misra tragó saliva, sus ojos grandes y llenos de incertidumbre buscaban todo menos el contacto visual con su madre.

—He reflexionado sobre cómo manejar este asunto —continuó Aerith, su voz firme. —Contrario a lo que puedas pensar, no te castigaré encerrándote en tu habitación por un año.

Misra parpadeó, confundida. Esto no era lo que esperaba. Por un momento se puso contenta.

—En cambio —prosiguió Aerith—, has alcanzado la edad de casarte. Y es tu deber hacerlo por el bien del reino. Te casarás con Lord Fortress.

—¿Qué? —exclamó Misra, dando un paso atrás, sus ojos llenos de incredulidad. —¡Madre, no puedes estar hablando en serio! Lord Fortress es un viejo y... y... revolucionario!

—Precisamente por eso —la interrumpió Aerith, su mirada severa y decidida—. Este casamiento cesará la revolución. Su lealtad y el apoyo de sus seguidores serán cruciales para la estabilidad de nuestro reino. Tu matrimonio con él traerá paz y asegurará nuestra posición.

Misra sintió un nudo en la garganta. No podía creer lo que estaba escuchando. Siempre había soñado con un matrimonio por amor, no por conveniencia política. Y mucho menos con alguien como Lord Fortress, que tenía la edad de su abuelo y una reputación de ser tan inflexible como una roca.

—Pero madre, esto no es justo —protestó Misra, sus ojos llenándose de lágrimas.

—La justicia no siempre es justa, Misra —replicó Aerith, su voz un poco más suave pero aún firme—. Es tu deber como princesa. Es el sacrificio que debes hacer por tu gente.

Misra bajó la mirada, sabiendo que no había lugar para la negociación. Aerith se acercó y levantó suavemente la barbilla de su hija.

—Sé que es difícil, pero también sé que eres fuerte. Más fuerte de lo que crees —dijo Aerith con un atisbo de ternura—. Cumplirás con tu deber y, con el tiempo, entenderás la importancia de tus acciones.

Misra asintió lentamente, tratando de asimilar la magnitud de lo que se le pedía. Aerith la soltó y regresó a su escritorio, sentándose con elegancia.

Renací Como Mi Personaje Vampiro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora