Capítulo 43: El Principio del Fin

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Una enorme multitud se reunía en una plaza, todos escuchaban atentamente el final de un discurso que marcaria un antes y un después en la historia...

—¡HOY NOS REUNIMOS AL FIN! —Un grito resonó. Lougi, desde un atril, le hablaba a la enorme multitud debajo de ella. Lo que más caracterizaba a esa multitud eran sus rostros sucios, cansados y mugrientos; eran campesinos, la clase baja.

—¡HOY DEJAREMOS DE HUIR Y LE HAREMOS FRENTE AL RÉGIMEN DICTATORIAL! —gritó cada vez más fuerte, tratando de que su voz llenara la plaza hasta el final de las filas de campesinos. Su voz le generaba adrenalina a cada corazón que la oía. La multitud estaba en silencio, escuchando atentamente lo que decía.

—¡HOY HAREMOS HISTORIA! —Terminó su discurso levantando el puño. A los pocos segundos, la multitud también levantó sus manos y sus gritos se unieron al de ella. El suelo tembló ante el sonido y, algunos infiltrados entre los campesinos, fruncieron el ceño.

Luego de su discurso, la humana pelivioleta descendió detrás del escenario. Se encontró con una cara conocida que para ella no era agradable.

—Lo hiciste bien —dijo el anciano con una enorme sonrisa, apoyando su mano en el hombro de la chica.

—Gracias, Ser Fortress —dijo mientras, sutilmente, retiraba la mano del viejo—. Pero no hay tiempo para festejar, los otros lords me esperan en la reunión —dijo apresuradamente. Ella inclinó levemente la cabeza hacia el anciano y se despidió. El viejo la vio irse con una mirada intrigada.

...

—Ardid, Tero —pronunció sus nombres al ver a sus amigos, esperando fuera de la puerta del hogar donde se llevaría a cabo la reunión.

—¡Señorita Lougi! —se apresuró el rubio a recibirla—. Debo insistir, no entre ahí sola. Déjeme ir con usted —suplicó él, pero solo recibió una negación de ella. Luego le dirigió una cálida mirada a Tero.

—Veo que te estás recuperando, me alegro... —dijo al ver a su amiga ahora con ojeras más tenues y menos pálida; también lucía más en sí.

—S-sí, señorita Lougi. Tuvimos suerte y el curandero halló una extraña cura que vertió en un pozo y... —parecía querer seguir hablando, pero Ardid se interpuso.

—Tero... No debemos robar mucho tiempo a la señorita, está ocupada. —Tero, como en penitencia, bajó la cara y no dijo nada más. Ardid le dio un asentimiento a la revolucionaria y le abrió las puertas por ella.

Lougi se detuvo unos momentos antes de entrar, juntando su determinación con una inspiración, pasó por la puerta con un paso firme.



En el bosque profundo sonaba un horrible grito de dolor y agonía femenino, era tan fuerte, quebrado y espantoso que incluso los pájaros se alejaban volando del miedo.

—¡Mierda! ¡MIERDA! —gritó en medio de sus lágrimas de dolor. Esta chica no era otra que Nemes. Estaba acostada boca abajo en la arena; si vieras con más detalle su espalda, verías algo horrible.

Su abdomen avanzaba hacia la derecha, mientras su cintura iba a su izquierda. Se había quebrado terriblemente la columna vertebral.

Ella recordó la caída del acantilado, fue grande y tristemente tuvo la mala suerte de estar cayendo sobre una roca saliente. Afortunadamente, en el último momento, lanzó una llamarada hacia un lado, desviándola a ella y a Himura en su espalda de la muerte segura.

Tristemente no se pudo mover totalmente del camino y la piedra la golpeó parcialmente. Afortunadamente había protegido a la kitsune, pero su espalda no tuvo la misma suerte.

Se partió en dos... del mismísimo dolor se desmayó y cayó al salvaje río. Cuando volvió a abrir los ojos, y luego de escupir mucha agua, se dio cuenta de que no sentía las piernas, sino un terrible dolor espantoso.

Y eso nos lleva a ahora...

Cuando Nemes calmó sus gritos de dolor, vio a su alrededor con sus ojos nublados por las lágrimas, y su ceño deformado en una expresión de infinito sufrimiento.

Un poco más lejos de donde estaba, pudo ver a Himura, aún desmayada...

Se arrastró en la arena hacia ella, no podía mover sus piernas y cada movimiento que hacía la envolvía en un sufrimiento sin precedentes; en toda su memoria, en sus combates, en su vida...

Con gritos se acercó a fuerza de manotazos a su amiga. Y cuando llegó a su lado...

—Perdón, Leo, parece que romperé nuestra promesa más rápido de lo que creí... —Dio una oración de lamento al aire.

Como pudo, se arrastró un poco encima del cuerpo de la kitsune acercándose a su cuello, y cuando estuvo comida, alargó sus colmillos y se los clavó a la chica.

Sintió el cuerpo de su víctima tensarse y escuchó un leve gemido de la kitsune. Nemes se asustó pensando que había recobrado el sentido, pero comprobó que aún dormía...

Siguió sorbiendo con placer, sintiendo la horrible sensación de sus huesos al moverse, acomodarse y acoplarse...

La sangre de la chica frente a ella era... mágica, era la única forma de describirla. Era tremendamente deliciosa, incluso más que la dulce sangre de Misra. Se preguntó a qué se debía tan notable diferencia...

—Espero no volverme adicta... —se dijo en su mente mientras aún sorbía. Repentinamente, sintió como los leves y dulces gemidos de la chica zorro aumentaron y se volvieron más largos,  luego la sintió temblar, casi como una convulsión; vio como los parpados de la kitsune párpados titilaban amagando a abrirse.

—Oh no...


...

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Renací Como Mi Personaje Vampiro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora