Capítulo 42: Tu y yo

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       Unos días después, en:

                                  -Ciudad Sin Nombre-

Un hombre, sentado detrás de su enorme y extravagante escritorio de roble negro. Leía informes apoyado por la luz natural que entraba por la gran ventana y una pequeña vela al lado suyo. Sus dedos golpeaban impacientemente la mesa.

Su expresión era como si hubiera comido limón, y su cejas estaba tan apretadas que podrían atraparte el brazo y aplastarlo entre ellas... Por tales motivos el anciano, un mayordomo que estaba del otro lado del escritorio, estaba sudando a mares.

El hombre, enojado, leyó en voz alta el papel, incrédulo:

—Setenta y siete personas contrajeron una rara enfermedad en el ultimo mes, todos afirmaron que los síntomas empezaron luego de que una extraña chica los mordiera, días atrás, durante la noche...—Él levanto la vista, mirando hacia su mayordomo. El pobre solo bajo la vista, con ligeros temblores.

—Los síntomas van desde el insomnio, temblores, labilidad emocional y estupor, hasta cosas mas graves como... alucinaciones visuales, delirios, agitación psicomotriz y convulsiones...— Volvió a mirar a su mayordomo, el cual evito su mirada.

Finalmente su calma culmino... —Que carajo es esto! — Gritó, lanzándole la multitud de papeles a la cara del mayordomo, afortunadamente para este ultimo, los papeles no estaban unidos y se dispersaron en el aire antes de impactarlo.

—Como es que recién me entero de esto?!— Preguntó con furia. 

El mayordomo tragó saliva y, con las manos temblorosas, empezó a recoger los papeles esparcidos por el aire y en el suelo. Sus movimientos eran torpes, reflejo de la presión que sentía bajo la mirada severa de su amo. El silencio en la habitación se hizo pesado, solido, mientras el hombre detrás del escritorio esperaba una respuesta.

—M-mi señor...— tartamudeó el mayordomo, sin levantar la vista. —L-la información llegó de manera fragmentada. Los informes no fueron claros hasta hace poco, y... y la guarnición no quería alarmarlo sin tener todos los detalles...

—¿No querían alarmarme? ¡Imbécil!— bramó el hombre, golpeando con el puño la superficie del escritorio. —¡Esto es una emergencia! ¡Setenta y siete personas afectadas en un mes! ¿Cómo se supone que controle el pánico si ni siquiera sé qué está pasando en mi propio territorio?

El mayordomo asintió rápidamente, susurrando disculpas mientras seguía recogiendo los documentos. El hombre tras el escritorio se levantó de su silla, caminando hacia la ventana. Observó la ciudad bajo sus pies, sus pensamientos girando frenéticamente.

—¿Y quién es esta chica?— preguntó, tratando de controlar su tono, aunque el veneno aún estaba presente en su voz. —La que mencionan en los informes. ¿Qué sabemos de ella? ¿Tiene rabia o algo así?— Dijo masajeándose la sien.

El mayordomo, habiendo reunido la mayoría de los papeles, se puso de pie con una postura rígida. —L-los testigos son vagos en sus descripciones, señor. Dicen que es joven, con cabello blanco y ojos... rojos. Aparece y desaparece con la noche, como un fantasma...— Viendo que el Barón se estaba impacientando, agrego rápidamente

—L-los médicos descartaron la rabia... Dicen que no es una enfermedad, es mas parecido a una mezcla de una maldición y un veneno... Ellos son temerosos de que se vuelva contagioso...

—Extiendan una orden de búsqueda y captura...— Dijo el, cansado. Pero el mayordomo no se movió, el Barón levanto la vista irritado, dispuesto a gritar de nuevo.

—El capitán cree que es la misma chica que la corona esta buscando... Según dicen los rumores la princesa esta en la misma condición...

—El capitan...?— El Barón se calmo un momento, si era el capitán el que creía eso deberia de serlo, el se equivocaba.

Renací Como Mi Personaje Vampiro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora