Audiencia

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Lia odiaba los días de limpieza y ahora no los podía evitar con la excusa de ir a ver a Harry.

-No quiero hacer esto. -Se quejó la chica en el desayuno, escondiendo su cabeza en el hombro de George. -Ya no tengo ninguna excusa para escapar.

-¡Lia! -Dijo Hermione del otro lado de la mesa. -¡Harry sigue molesto contigo!

-Me vale. -Respondió la chica sacando su cabeza. -Él dijo que no éramos nada, pues entonces no me importa.

-Lia, no te pelees con tu... Amigo. -Dijo la señora Weasley.

-Él partió. -Se defendió la chica. -Si dice que no somos nada, no vamos a ser nada. Yo iba a hablar con el anciano para poder darle más información, pero ya no.

-Muy madura, Lia.

-Más que tú, Harry.

-Deja de creerte mentiras.

-Tú deja de creer que te mereces saber todo simplemente porque sobreviviste a Voldemort.

-¡Ya basta! -Dijo la señora Weasley. -¿No pueden comportarse como una familia?

-Ella no es familia mía. -Dijo Harry provocando que a Lia se le llenaran los ojos con lágrimas.

-Como digas. -Susurró levantándose. -No sabes nada de nada. -Y con eso la chica se fue de la cocina, siendo seguida por Molly.

-¿Estás bien? -Le preguntó la mujer una vez entraron en el cuarto de las chicas. Lia negó con la cabeza y Molly la abrazó.

-Ya no aguanto, Molly. -Lloró loa chica en los brazos de su suegra. -Todo esto es muy difícil.

-Lo sé, Lia. -Molly comenzó a acariciarle el cabello. -Pero ya todo va a pasar.

-No es cierto, eso es lo que se le dice a los niños para no preocuparlos y yo ya no soy una niña. Sé que se viene una guerra. Probablemente muera sin decirle la verdad a Harry.

-No digas eso. Si quieres quédate aquí mientras hacemos la limpieza.

-No, quiero estar con los chicos.

-¿Segura? -Lia asintió. -Está bien, vamos.

Una vez Lia se calmó, ella y Molly bajaron a la sala.

—Bueno, muchachos, tenéis que ir con cuidado porque las doxys muerden y sus dientes son venenosos. Aquí tengo una botella de antídoto, pero preferiría no tener que utilizarlo. —Se enderezó, se plantó delante de las cortinas e hizo señas a los demás para que se acercaran—. Cuando dé la orden, empezad a rociar las cortinas —dijo—. Ellas saldrán volando hacia nosotros, o eso espero, pero en los pulverizadores dice que con una sola rociada quedan paralizadas. Cuando estén inmovilizadas, ponedlas en este cubo. —Se apartó con cuidado de la línea de fuego de los demás y levantó su pulverizador—. ¿Preparados? ¡Disparad!

Una cosa importante era que Lia ya no estaba al día con los proyectos de los gemelos, así que se extrañó mucho al verlos guardar Doxys en sus bolsillos. Al darse cuenta de que lo miraba, George le guiñó un ojo.

Cuando ya acabaron con todos Lia se acercó a los gemelos.

-¿Que se supone que hacen? -Les preguntó curiosa.

-Vamos a experimentar con veneno de Doxys.

-Se quieren morir. ¿Para que quieren hacer eso?

-¿Recuerdas ese día que yo no podía dejar de vomitar? -Le preguntó George, Lia asintió. -Inventamos unas pastillas vomitivas, pero aún no logramos hacer parar el efecto.

Lia Potter y la orden del fenix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora